Nueve claves para facilitar el tránsito por un proceso mágico

A CORUÑA CIUDAD

Paciencia, cariño y un ambiente favorecedor son aspectos esenciales para la formación de los futuros lectores

21 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando se enciende la luz de la lectura, para cualquier persona se abre un mundo mágico de códigos que, de un plumazo, se convierte en decodificable. El célebre mi-mamá-me-mima ya pasó a la historia. Hoy, el aprendizaje se efectúa con otros parámetros. He aquí una serie de claves para asistir activa y adecuadamente a ese proceso.

1-¿A qué edad debe saber leer un niño?

La lectura es un proceso similar al que un niño inicia cuando empieza a andar o a hablar. Cada individuo lo afronta de una manera diferente, por tanto la primera recomendación de los expertos es no angustiarse ni forzar al niño en esos procesos, que el pequeño irá desarrollando naturalmente. Más importante que el cuándo es el cómo y que el proceso de aprendizaje de la lectoescritura se completa de una forma sólida.

2-¿Qué indica que un niño empiece a leer antes o después?

Poco, la verdad. Los profesionales de la educación apelan con frecuencia a casos de niños que presentan menos habilidades lectoescritoras en el primer curso de primaria y que superan a lo largo del año a otros compañeros que llegaron aparentemente mejor preparados.

3-¿Se puede empezar a familiarizar al niño con códigos de lectura a los dos años?

No son pocos quienes defienden que a los dos años puede iniciarse el proceso de estimulación a la lectura. La idea es que, si un niño de esa edad es capaz de identificar el logo de su marca de cereales, está leyendo algo y, por tanto, puede iniciarse el proceso; si bien yendo de lo grande a lo pequeño, es decir, trabajando que el símbolo tiene un significado. Con todo, la mayor parte de los expertos coinciden en que es mejor esperar y consideran que iniciar el proceso con dos años «es una barbaridad», como señala el profesor de la Universidade da Coruña Xurxo Torres.

4-¿Cómo estimular la lectura en un niño que la rechaza?

Hay muchas opiniones al respecto, aunque parece claro que una actitud presionante no beneficia en absoluto y puede traer consigo un rechazo mayor hacia los libros. Otro axioma es que la convivencia con un ambiente próximo a la lectura facilita la introducción y el cariño hacia los libros. Un hogar donde se lee el periódico, en el que los adultos leen con alguna frecuencia, es el caldo de cultivo mas apropiado para el nacimiento de futuros lectores. El socorrido ejercicio de leer un cuento a los niños antes de dormir sigue siendo una regla de oro que todos los educadores recomiendan sin excepción.

5-¿Son los niños de hoy más espabilados, más capaces de aprender antes?

La mayor parte de los expertos y profesionales valoran el hecho de que los niños de hoy reciban más estímulos y con menor edad, lo que los acerca a diferentes grafías antes de que sepan leer. Esa mayor estimulación puede y suele revertir en una facilidad para el aprendizaje. En cualquier caso, en lo que casi todos los educadores están de acuerdo es en que los niños, especialmente los que viven en un ámbito urbano, son cada vez menos autónomos, más incapaces de resolver situaciones de apuro: «Cada vez es más frecuente ver niños que llegan con chupete, que duermen con pañal hasta los cuatro años o más, o que no saben vestirse», confirma una maestra de A Coruña.

6-¿El bilingüismo puede incidir negativamente en el aprendizaje de la lectoescritura?

No hay conclusiones determinantes al respecto. Parece demostrado que los niños bilingües aprenden más rápido una tercera, incluso una cuarta lengua. La contraposición de teorías hace más resbaladizo un pronunciamiento sobre cuándo iniciar el proceso de bilingüismo. En cualquier caso, esta dualidad de lenguas, que en Galicia viene determinada por el idioma vehicular del aula (se utiliza la que mayoritariamente usan los alumnos como primera lengua), se vive con mucha más naturalidad por parte de los niños que de sus padres, incluso que del propio profesorado, según admiten los que día a día se enfrentan a la cuestión.

7-¿La televisión es buena o es mala para crear futuros lectores?

Como casi todas las cosas, tiene sus dosis. Hay una coincidencia de opiniones sobre que, de forma controlada, ayuda al aprendizaje porque muestra una serie de códigos y de grafía de un modo más estimulante para el niño. El problema reside en la deriva tan común de abandonar al niño frente a la televisión durante un tiempo casi siempre más prolongado de lo deseable. Lo más aconsejable es no solo controlar el tiempo, sino acompañar al niño durante el tiempo de televisión, igual que se le acompaña con sus primeras lecturas. Un último apunte: la decisión no tiene porque ser tan dicotómica. Al fin y al cabo, hay muchas alternativas a la televisión o los libros.

8-¿Y el ordenador?

Igual que la televisión. Acercar a los niños a las nuevas tecnologías es interesante si el proceso está también tutelado por los adultos y su aprendizaje corre paralelo a los procesos de lectoescritura. De hecho, varios expertos señalan que el conocimiento de las nuevas tecnologías forma ya parte de lo que la sociedad entiende hoy como alfabetización. En este apartado conviene tener en cuenta una precaución subrayada por los ópticos: normalmente la ubicación del ordenador está pensada para un adulto, de modo que un niño debe forzar la postura para atender a la pantalla. Es importante situar el monitor a la altura de los ojos.

9-¿Cómo se debe leer?

La posición ideal es sentado, con los pies apoyados en el suelo y el libro a una distancia de entre 30 y 40 centímetros de los ojos en un plano inclinado unos doce grados hacia el lector. Cualquier variante de esa postura supone forzar alguna parte del cuerpo. Para los ópticos, por ejemplo, leer en la cama es, ergonómicamente, desaconsejable.