Felipe Sánchez, la mano dura del franquismo en 1936

La Voz

A CORUÑA CIUDAD

Memoria de Vigo Le colmaron de honores, incluso con la primera medalla de platino de la ciudad

27 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Apenas hacía dos semanas que había comenzado la sublevación franquista y en el Ayuntamiento, la gestora que gobernaba la vida municipal, presidida por José Jiménez García, se ocupó antes de rendir honores que de resolver los problemas de una ciudad en guerra, aunque situada en la retaguardia. Vale la pena reproducir el acuerdo como figura en el libro de plenos: «1º.- Nombrar hijo adoptivo de la ciudad al benemérito comandante militar de la plaza, D. Felipe Sánchez. 2º.- Crear la medalla de la ciudad con tres categorías: de platino, de oro y de plata. 3º.- Conceder la primera medalla de platino de la ciudad al ilustre hijo adoptivo de la misma, D.Felipe Sánchez Rodríguez, a quien se debe que Vigo figure en estos momentos entre los pueblos civilizados. 4º.- Iniciar una suscripción pública, en la que la cuota máxima sea de una peseta, para regalar al Sr. Sánchez Rodríguez las insignias de la medalla de la ciudad de Vigo. 5º.- Los señores gestores encabezarán la suscripción de referencia, con la cuota de una peseta por gestor». Un par de días después estaba organizada la comisión encargada del homenaje y en la primera decena de octubre se había cubierto con exceso el dinero necesario. Cuando se rindieron cuentas se supo que había un sobrante de 3.729,18 pesetas, que se dedicó al Patronato Antituberculoso. Antes, el Centro de Hijos de Vigo reclamó del Ayuntamiento que se pusiera el nombre de Felipe Sánchez a una de las principales calles de la ciudad. Durante cuatro décadas, el Areal, una de las rúas más antiguas de la urbe, perdió su denominación tradicional para ser conocida por el nombre del militar de joroba y mal genio. Las zalemas no pararon. A finales de abril de 1927, en la calle del Príncipe, se presentaba la marcha militar «Acero toledano», dedicada por su autor, Mónico G. de la Parra, director de la Banda Municipal, al comandante militar de la plaza. Y al poco, el citado Centro de Hijos de Vigo entregaba al personaje el pergamino con el nombramiento de socio de honor. Fue, según Vida Gallega, la revista de Jaime Solá, «por su inteligencia y valerosa actuación cuando la ola roja amenazaba a la ciudad». Aún quedaba más, y es que cada primero de mayo, ¡paradoja, que era la Fiesta del Trabajo!, eran legión los que le felicitaban la onomástica. Y entre col y col, lechuga. Él se dedicaba de cuando en vez a firmar en los periódicos comunicados sobre las sentencias de muerte ejecutadas. Los paseos no se daban a conocer por esta vía. Terminó la guerra y Felipe Sánchez se fue a residir a la ciudad de A Coruña, pero regresó a Vigo. Aquí murió, con 69 años y aún se le rindió un gran homenaje en marzo de 1955, con aquel motivo. Se recordaba su gesto de poner la medalla de platino a los pies del Cristo de la Victoria, decían que con humildad cristina. ¿Humilde él, a tenor de lo relatado?