Una tragedia inevitable

textos: Laureano López Rubén Ventureira Infografía: Óscar R. Ayerra A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

La epidemia se cebó con una población hambrienta y desprotegida ante un mal de transmisión desconocida Los médicos aplicaron algunos tratamientos contraproducentes

30 oct 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

¿Por qué? Eso se preguntaban los coruñeses en 1854. Hoy tenemos las respuestas. Debido a los temporales y nevadas de 1852, no hay cosechas en los pueblos en 1853. A Coruña se llena de campesinos hambrientos que se dedican a mendigar. La crisis agraria dispara los precios de los artículos de primera necesidad. Para emplear a los pobres de la ciudad, se decide crear una plaza en los arenales del Orzán y abrir una calle, la del Socorro (hoy Juan Canalejo), para darle servicio. El hambre se generaliza y, en 1853, parte de la población desarrolla un mal hepático. Sobre esa sociedad enferma y pésimamente alimentada, llega el cólera. Cambio político. El 30 de junio de 1854 se inicia el bienio progresista. Para asegurar el régimen, se ponen de nuevo en funcionamiento las milicias nacionales. En los meses previos a la tragedia, las autoridades locales dedican más dinero a equiparlas (12.000 reales) que a prevenir el cólera (1.000). Durante la epidemia se celebran comicios. El colegio electoral se establece en el Ayuntamiento, que ya había sido habilitado como hospital de coléricos. Sin medios. No hay infraestructura sanitaria, pues los médicos atienden a domicilio. Se crean cuatro hospitalillos para la gente sin recursos. Su dotación es mínima: «Las camas consistían en caballetes de madera, una tabla y un jergón de paja», apunta la historiadora Áurea Rey. Koch no descubrirá el bacilo que provoca el cólera hasta 29 años después. Se desconoce que el vector de la enfermedad son las aguas contaminadas o los alimentos afectados por éstas que se consumen crudos. «El agua, cuanto más pura, será mejor, pero nunca debe hervirse para purificarla», recomienda la Junta Municipal de Beneficencia y Sanidad el 15 de octubre. Una barbaridad: hervirla es básico para evitar que el cólera se transmita. En España mató a 194.800. A Coruña fue la ciudad peor parada de Galicia. Rey Escariz asegura en Historia y Descripción de La Coruña (1885) que emigraron 8.000 y fallecieron 5.000. «Un óbito por cada cinco habitantes es una cifra muy veraz», afirma Xosé Carro Otero, vicesecretario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia y titular del sillón de Historia de la Medicina. «Pudo haber 5.000 enfermos, pero no más de 2.500 muertos», sostiene Áurea Rey.