Coirós reúne parajes realmente idílicos y pequeños edificios levantados hace muchos siglos. Es un territorio cargado de arte e historia
14 may 2023 . Actualizado a las 18:15 h.A finales de los años sesenta del siglo pasado, unos muchachos de Coirós irrumpieron en las fiestas betanceiras de San Roque. Hubo más que palabras con los locales y la cosa se dirimió sin intermediarios y como se hacía entonces. Nada grave, nada que no sucediera en cualquier otra parte del planeta, pero aquella incursión en la ciudad de gente que era tildada con adjetivos hoy nada correctos dejó marca, y durante unos años se temió una nueva razia de los de Coirós que nunca tuvo lugar.
Pero ¿de verdad es Coirós un lugar tan salvaje? En absoluto. Lo fue, como toda la Galicia rural, sacada adelante por una generación que se dejó la piel en sus campos y en los países desarrollados de Europa, pero ahora es un territorio no solo precioso desde el punto de vista estético, sino también cargado de arte y de historia. Sin enormes monumentos de esos que asombran, pero con parajes realmente idílicos y pequeños edificios levantados hace muchos siglos.
Es posible comprobarlo saliendo de la autovía (indicado Coirós), tomando la N-VI rumbo a Lugo y abandonándola cuando aparece a la izquierda el kilómetro 0 de la DP-0301, señalizado Santiago de Ois y Caresma. Empieza ahí un recorrido que va dejando a una mano y a otra viviendas unifamiliares, algunas de ellas magníficamente rehabilitadas y con la piedra a la vista, tal y como es moda. Súmesele algún hórreo impecable y de magnífica factura.
Nuevo desvío a la izquierda para cambiar la actual por la DP-2702 y pasar por debajo de la autovía, llegando a una gran área de ocio con pistas y un campo de fútbol. Esa zona es, sorpresa, ¡Combaro!, que lógicamente no tiene nada que ver con la aldea marinera de Pontevedra ampliamente conocida (procede de la raíz camb-, «cosa curva»). Lo que visita el excursionista, para ser sinceros, carece de interés.
La que sí tiene interés es la iglesia de Santiago de Ois, a la que se llega en descenso por una pista estrecha señalizada. Raro es quien no detiene el coche nada más divisar ese edificio puramente románico menos la fachada barroca, algo muy común en la Galicia rural. Impresionante con sus canecillos, sus escasos ventanales y sus dos cuerpos de distinta altura. Tanto que se suele pasar por alto que cruceiro con pousadoiro, de muy sencilla ornamentación pero con una base que es una muestra de lo bien que se trabaja la piedra en el país.
Es cierto que la plantación de eucaliptos pegada al templo y su cementerio no ayuda a imaginar cómo sería aquel Coirós del siglo pasado, pero siempre pueda obviarse mientras se desciende hasta una minúscula corriente de agua que corre por el medio de un bosque de ribera curiosa y felizmente denso.
ZONA DE OCIO
43º14'30”N 8º07'25”W.
IGLESIA DE SANTIAGO
43º14'50”N 8º07'22”W.
LA FOTO MÁS PERSONAL
En el cruceiro.
MAPA RECOMENDADO
Instituto Geográfico Nacional. 46-III.