«El automovilismo ha perdido el peso social que siempre tuvo en la ciudad»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

CARRAL

Marcos Míguez

Publica un documentado volumen sobre las pruebas de motor en A Coruña

04 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo ha hecho todo en el mundo del motor. Compitió como copiloto, creó una web dedicada al automovilismo y actualmente es jefe de redacción de la revista Crono Motor. Luis Miguel Díaz Sánchez ha ido más allá y acaba de publicar De carreras por La Coruña, un voluminoso tomo con infinidad de material gráfico que recorre la historia de las competiciones sobre dos y cuatro ruedas en la ciudad. Una historia de la que él ya es parte.

-¿De dónde le viene semejante pasión por el motor?

-La mía es una historia muy común. Si tu padre es aficionado y de pequeño te llevó a ver carreras, quedas enganchado para toda la vida. Nací en 1978 y aunque de pequeño no era consciente de nada, esos recuerdos difusos con el tiempo me sirvieron para ir identificando hechos. En los ochenta, mi padre era muy aficionado. Nunca estuvo tan metido en el tema como yo, pero iba a las carreras y me llevaba. Y yo cuando tuve carné de conducir y cierta autonomía para moverme, empecé a seguir las carreras por mi cuenta. Supongo que igual que le pasaría un montón de aficionados.

-¿Hay realmente un montón de aficionados?

-No es un deporte minoritario en absoluto. La prueba está en que yo vivo de esto. Te aseguro que en Galicia es el deporte que más aficionados lleva de una provincia a otra a lo largo del año. Si sigues las carreras vas a Lugo, Ourense... Tienes un radio de acción mucho más grande que el de un aficionado del Dépor, que la fin y al cabo se tira todo el año yendo a Riazor, pero no sale más que para hacer un viaje con las peñas, como mucho.

-¿Cómo surge la idea de recoger la historia de las carreras en la ciudad?

-El libro surge de mi propia experiencia. Yo corrí como copiloto, y siempre colaboré con medios. Y mi ilusión, como la de cualquier otro coruñés al que le guste esto, era salir en una prueba de María Pita, formar parte de algo que has visto desde pequeño. Como el que juega en Abegondo y sueña con marcar un gol en Riazor. Pero justo cuando empezaba a correr fue cuando se acabó el Rali de A Coruña. Así que me quedó esa espinita clavada. Además, así como había libros sobre el rali de Ourense, sobre el de aquí no había nada escrito. Así que empecé a investigar, pero la cosa se complicó. Porque empecé a tirar para atrás en la historia, pensando que tendría que hablar de los 19 años que se celebró el rali. Pero me encontré con que había muchos antecedentes. Que en los ochenta había tres distintos en la ciudad, y antes de esos, otros. Así que al final fui mucho más atrás, porque es imposible entender el Rali de A Coruña sin tener en cuenta los anteriores. No sigo un orden cronológico estricto, sino que cada capítulo es sobre una carrera en concreto.

-Es, al fin y al cabo, la propia historia de la ciudad.

-Repasar este libro es repasar quién era quién en la sociedad coruñesa. Sobre todo en determinados años. Porque al principio solo tenían automóviles en la ciudad gente, digamos, relevante. Si repasas las listas de participantes en las distintas carreras ves apellidos ilustres, muchos de ellos que siguen relacionados con el mundo del motor. Y eso es algo que sigue ocurriendo en otros países, el automovilismo tiene un peso social que aquí, de algún modo, ha perdido. Es una disciplina deportiva que está asociada a determinado estatus.

-¿Qué consideración tiene ahora este deporte?

-Aquí, por algún motivo, hemos pasado a considerar el automovilismo como una cosa de pirados. No tiene muy buena prensa. Ha pasado de ser algo elitista a democratizarse en un sentido negativo. Por ejemplo, si unos tipos pegan cuatro derrapes en un polígono se habla de ralis ilegales. Mientras que si unos niños juegan al fútbol en un lugar en el que no se puede no es fútbol ilegal, es solo una gamberrada. Ni es boxeo ilegal si dos se pegan a la salida de una discoteca. Pero se habla de carreras ilegales aunque no haya clasificación ni nada.

«Aquí hay una tradición de carreras importante. Es algo casi hereditario»

Luis Miguel Díaz defiende el automovilismo como una cuestión que se lleva en la sangre.

-Hay tradición automovilística en A Coruña?

-Aquí hay una tradición de carreras importante. Además es algo casi hereditario, ha pasado de padres a hijos. Eso sí, ahora había una generación de niños que nunca habían visto un coche de carreras en A Coruña.

-No siempre hubo la misma afición.

-Hubo épocas de bajón. En los setenta, por ejemplo. Supongo que todo depende de la economía. Eso además de que cuando va desapareciendo una generación de aficionados, no siempre se encuentra relevo. Y cuando en el 2001 dejó de hacerse el rali de A Coruña, que era la carrera en la que habían confluido el resto, pues también afectó. Pero ahora vuelve a haber interés. De hecho, vuelve a haber rali en la ciudad, aunque de desgraciado recuerdo.

-Empezaba una nueva era del peor modo posible.

-Tanto es así que se le ha pasado a llamar Rali de Carral, aunque su nombre es Rali de A Coruña. Era un rali evocador, con tramos que ya se habían corrido en los ochenta. Era, junto a otras pruebas, un síntoma claro de resurgimiento. Pero tuvo la desgracia de que le ocurrió la peor tragedia que le podía suceder. Y ante eso no puedes hacer nada.

-¿Cuál fue la primera carrera de la ciudad?

-En verano de 1908 hubo una reunión de automóviles en Santiago, y sé que pasaron por A Coruña. Y por aquella época ya había coches matriculados aquí, y si había dos coches, seguro que hubo una carrera. Pero lo primero que hubo fueron motos, carreras de vespas. Y del Motoclub Coruña salió una sección de automovilismo que es la escudería Centollo.

Autor del libro «De carreras por La Coruña»