«A la 'larpeira' le pusimos aquí el nombre»

CAMBRE

María Míguez cuenta cómo su abuelo abrió la pastelería Morás en 1927 y empezó a hacer la «bola dulce»

09 jun 2022 . Actualizado a las 11:50 h.

«Estábamos en una comida familiar y decían que era muy golosa, mucho, porque comías un trozo y luego otro y otro: no eras capaz de parar. Comentamos que si era muy golosa entonces era larpeira. Y así le quedó el nombre». Esto cuenta María Míguez, de la pastelería Morás de Cambre, donde la popular torta es uno de los productos estrella. Las explicaciones las inicia su marido, Chema Carrillo, que sigue madrugando para ir a la pastelería aunque por edad no tendría que hacerlo. Sobre la larpeira apunta con una sonrisa: «Nosotros decimos que nació aquí. Y es que llevamos haciéndola desde 1927, aunque al principio no se llamaba así, era ‘bola dulce’». Con el paso del tiempo fue evolucionando, aunque desde el inicio ya la hacían con detalles como los cortes superficiales que la caracterizan.

 La pastelería la abrió, Jesús, abuelo de María: «Era de Morás, de la parroquia de Arteixo, por eso se llama así. Se casó con Matilde de Cambre, mi abuela». Evoca también la importancia de su tía: «Maruja de Morás era el alma máter, la que empezó a dinamizar todo esto, que tiene mucho mérito porque este es un sitio por donde no pasas habitualmente: tienes que venir a propósito».

Tradición

El local empezó como panadería y uno de los recuerdos que tiene María es el de la elaboración de las tartas de novios de hasta siete pisos de alto que preparaban y «las llevaban en cestas, con unas varillas y unos cucuruchos por arriba para protegerlas. Porque entonces las bodas se hacían en las casas».

María reconoce que el de la pastelería es un trabajo duro, porque en ocasiones a las seis de la madrugada ya hay que estar faenando, sobre todo en los días especiales en los que es necesario preparar muchos encargos. La pandemia dejó sus secuelas y como consecuencia de ella acabaron formando un nuevo equipo de varias personas, al que María califica como «un soplo de aire fresco, son unas chicas majísimas, lo hacen muy bien».

Tanto ella como su marido destacan que en este establecimiento mantienen la elaboración tradicional de todos sus productos.

Chema detalla cómo a aquella «bola dulce» en un momento dado le añadieron crema, que ahora es lo habitual en la larpeira, aunque a veces también tienen clientes que la prefieren sin ella, si bien son los menos. La nata es otra opción en lugar de la crema. Y argumenta: «Puedes comprar la crema en cualquier sitio, pero sería raro que te digan después que la crema de la larpeira sabe como la de tal o cual sitio. No compramos nada hecho. Todo lo que vendemos lo hacemos aquí». Un ejemplo es la mencionada crema que la elaboran «como la podía hacer en mi casa», apunta María.

Insiste en que al ser una producción tradicional en la pastelería «no hay de todo en cada momento. Lo tradicional no puede estar al momento, no es una producción industrial». Es una de las razones por las que aconseja encargarlas antes para evitar llegar a comprarla y que no la tengan.

Claro que no todo van a ser larpeiras y otro de los productos que cuenta con mucha demanda entre los clientes es la tarta de milhojas. De ella afirman en sus redes sociales que son «los clásicos postres que han acompañado tantas sobremesas familiares de domingo, al igual que las tartas de chocolate, nata, moka o yema como las de siempre, las que recuerdas de tus cumpleaños, todo artesanal y hecho día a día con el mejor sabor y calidad».

La larpeira y la tarta de milhojas son dos de los productos más demandados en un local que mantiene la elaboración tradicional.