«Vivo en una pensión, porque aún con trabajo ni me planteo buscar un apartamento»

E. E. A CORUÑA / LA VOZ

CAMBRE

XOAN CARLOS GIL

28 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Responde a un perfil que hace unos años no existía. «Yo no me quejo», dice Juan, un nombre ficticio que prefiere dar porque tiene miedo de perder lo poco que tiene. Juan tiene 45 años y escasa formación. Trabaja desde hace decenios en hostelería e hizo cursos para ser vigilante de seguridad. Enlaza contratos con temporadas en el paro y cuando suma suficientes meses cotizados, cobra una prestación. No tiene un piso porque no puede pagárselo y con relativa frecuencia come en la Cocina Económica. Ese es el perfil.

 Dice Juan que tiene suerte porque al fin y al cabo vive en una pensión. Son 160 euros al mes por una habitación en un piso con baño compartido y sin derecho a cocina. «Y conozco a muchos que alquilan una habitación en un piso entre dos o tres porque no les da para otra cosa», dice.

Hubo un tiempo en que las cosas le iban mejor. Tuvo un apartamento en Cambre por el que pagaba 280 euros mensuales. Ahora eso es impensable. «Con dinero no hay problema, hasta que pierdes el trabajo, ahora para alquilar, además de una nómina, te piden dos o tres meses de fianza, ¿de dónde los quitas? Vivo en una pensión, porque aún con trabajo ni me planteo buscar otra cosa», cuenta.

El va tirando porque cuando cobra, ahorra, porque de vez en cuando arrima el hombro algún familiar y porque también le echan una mano -que agradece mucho- en la Cocina Económica. A veces, para ir a una entrevista de trabajo en el entorno de A Coruña, le daba lo justo para el bus de ida, y volvía caminando dos o tres horas. Ahora en esas cosas le ayudan. Otra cosa es la vivienda. «El Ayuntamiento me ayudó durante ocho meses con la renta, pero me quitaron la ayuda porque me decían que podía trabajar», relata.

Anda luchando por otras ayudas, pero por ahora no tiene acceso a ellas por una extraña paradoja: «Como demandante de empleo me ofrecieron un trabajo, pero solo de ocho horas al mes, cuando voy a pedir las ayudas me dicen que no porque tengo empleo, les digo que me pagan 25 euros cada dos semanas y que si es por eso, lo dejo, pero entones me responden que si dejo voluntariamente el trabajo tampoco hay ayudas». Lo suyo es sobrevivir en un mundo complicado, con contratos a media jornada cuando la hace completa y cosas similares. «Somos muchos trampeando», cuenta. La ayuda, mientras, no llega.