
Los días se acortan y las temperaturas tienden a la baja. Disfrutar del mar y de la playa en septiembre requiere en ocasiones buscar un arenal propicio, con las aguas en calma y protegido de los vientos. El litoral gallego cuenta con muchos de esos abrigados rincones.
06 sep 2023 . Actualizado a las 10:33 h.Septiembre tiene sus pros y sus contras a la hora de plantearse ir a la playa. A favor está el hecho de que los arenales están mucho menos masificados y su acceso resulta mucho más cómodo. Por contra, ya se notan casi dos horas de diferencia con respecto las puestas de sol de junio, lo que obliga a retirarse antes, tampoco es habitual que el sol apriete tanto como en plena canícula y los vientos -del nordés o del suroeste, dependiendo de la zona- contribuyen a refrescar el ambiente, en ocasiones en exceso. Pero aún así, las playas siguen siendo un buen destino para disfrutar de estos últimos días del verano. Estas son algunas de las más recogidas que nos ofrece nuestro litoral.

CAOLÍN (O Vicedo)
Es la de Caolín otra de esas playas que por el color de su fina arena y las tonalidades de sus aguas evoca una paradisíaca postal. Pero no es esa su única bondad. Su ubicación, ya casi en la ensenada de O Barqueiro, su orientación totalmente oeste y las barreras naturales de roca y vegetación con las que cuenta en sus extremos la convierten en un remanso de paz y de luz, uno de los más hermosos y fotogénicos de nuestro litoral cantábrico.

PERBES (Miño)
Por si no fuese suficiente abrigo el que le ofrece la ría de Betanzos, cuenta la playa de Perbes (o Andahío, como también se la conoce) con la barrera natural que supone la illa do Carbón, ubicada frente a ella. El resultado es una playa de aguas tranquilas, libre de oleaje y del azote del Atlántico. Algo más de medio kilómetro de arenal dorado y orientado al oeste, lo que posibilita aprovechar hasta el último rayo de sol del día.

RIL (Burela)
También conocida como playa de Reliño, este pequeño arenal en forma de concha es codiciado precisamente por estar protegido del viento y de las olas. A ello contribuye el hecho de estar situada al fondo de una lengua de mar que se cuela entre las formaciones rocosas del litoral, de manera que hasta ella el agua llega mansa y el viento apenas se percibe. La playa se encuentra a un kilómetro del centro urbano de Burela, al que se accede cómodamente por el paseo marítimo que circunda el arenal.

CALA HAWÁI (Pontedeume)
No es para nada casual el nombre con el que popularmente se conoce a este pequeño arenal ubicado en la parroquia de Centroña, anexo a la playa de mismo nombre. Su arena blanca, sus aguas de tonos verdes y turquesa y la frondosa vegetación que literalmente cuelga sobre la playa, evocan paradisíacas latitudes. Su ubicación, ya en el interior de la ría de Ares, la protege de los vientos y temporales.

CASTIÑEIRAS (Cangas)
Muchos son los recovecos protegidos del viento y del oleaje que propicia la enrevesada orografía litoral del Morrazo. Uno de los más coquetos es la playa de Castiñeiras, ubicada en la parroquia de Hío, en la vertiente norte de la península. De arena finísima, agua transparente y rodeada de abundante vegetación que, eso sí, por la orientación noreste del arenal, lo cubre de sombra a partir de media tarde.

AREA DE SECADA (Illa de Arousa)
No es habitual tener oleaje en la ría de Arousa, pero sí que a veces el viento puede llegar a fastidiar una jornada playera. Es por ello por lo que este arenal es siempre una de las opciones con más garantías. Ubicado en el extremo norte de la isla cuenta con dos barreras naturales —punta Barbafeita y Punta Cabalo— que le sirven de parapeto. A sus espaldas, un generoso pinar le regala su sombra y la resguarda de los húmedos vientos del suroeste. Además, sus atardeceres son imponentes.

MATADERO (A Coruña)
En el extremo norte de la extensa, abierta y concurrida playa del Orzán, y separada de esta apenas por un apéndice rocoso y el saliente de la fuente de los surfistas, se halla este pequeño arenal urbano, refugio habitual de quienes buscan un rincón más protegido. Son precisamente las rocas que se yerguen en sus extremos y el amparo de Monte Alto lo que la resguarda en los días en los que castiga el nordés, propiciando que en ella se dé poco menos que un microclima.

BALARÉS (Ponteceso)
Si ya de por sí la pequeña ría que delimitan Corme (al norte) y Laxe (al sur) es recogida, su litoral alberga un rincón, casi escondido, que es pura magia y tranquilidad. Es la playa de Balarés, un arenal de 350 metros dividido en dos mitades por un saliente rocoso. Está orientada al suroeste, lo que permite aprovechar hasta los últimos rayos de sol del día. Dispone en su entorno de chiringuito, merendero y sombra natural gracias al soberbio pinar que la circunda.