La arriesgada apuesta de un empresario de Santiago para sortear con éxito la crisis mundial de los componentes

Elisa Álvarez González
E. Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

BETANZOS

PACO RODRÍGUEZ

El compostelano, fabricante de robots, hizo acopio de material para tres años

18 abr 2022 . Actualizado a las 13:48 h.

En marzo del 2020 se desató el pánico. La pandemia no solo afectó a la salud y al bolsillo de los ciudadanos, sino que muchos empresarios se vieron en la encrucijada de cuál sería el futuro de su producción. No solo se cerraban las factorías que elaboran el producto final y los componentes, sino que incluso se paralizó la extracción de la materia prima necesaria. Pero ¿y si la demanda no caía, cómo dar respuesta a los clientes con los suministros en picado? Eso fue lo que pensaron José Manuel Ruiz Pérez, de Santiago, y su socio José Manuel Sanguiñedo, de Betanzos, dueños de Smarttek, una empresa de robots inteligentes para el hogar, cuyo producto estrella es el robot limpiacristales Hobot, líder en el mercado.

En ese momento decidieron hacer un estudio sobre las previsiones de ventas y se dieron cuenta de que estas no estaban sufriendo los efectos de la pandemia. Al contrario, el confinamiento hizo que la gente invirtiese en sus casas, por lo que esta tecnología se demandó aún más. «El 13 de marzo se desató la locura, se mantuvo casi hasta finales de abril y en mayo tomamos esta decisión», explica el CEO de la empresa. ¿Y cuál fue? Comprar material para tres años. «Tomamos una decisión muy arriesgada que nos ha salido bien pero que nos podía haber salido mal, compramos los semiconductores que creímos críticos para aguantar tres años».

Y es que empezaron a ver cómo los grandes fabricantes de semiconductores —esencial en la fabricación de componentes electrónicos ya que en función de determinados factores permite el paso de corriente eléctrica o no— producían menos, «había menos memorias, menos chips, veíamos que se iba a hacer un cuello de botella».

En una situación normal, esta empresa, con sede social en Santiago aunque con producción en Taiwán, hace un aprovisionamiento de componentes para seis meses, pero con su arriesgada estrategia impidieron lo que le ocurrió a otros empresarios, que la producción tuviese que ralentizarse o pararse por falta de componentes, «indudablemente habrá cientos de compañías en el mundo que tomaron decisiones como la nuestra, pero debido a lo que hicimos nunca hemos tenido un parón», explican los responsables de Smarttek.

Pese a que veían que las ventas no bajaban e incluso subían, no trabajaron con un escenario de aumento de la producción sino de mantenimiento, «lo hicimos con el objetivo de poder mantener el negocio en el peor escenario, que es el que tuvimos», dice José Manuel. ¿Qué ocurrió? Que como el desabastecimiento fue tan fuerte en el 2020 y ellos sí tenían suministros, la facturación se elevó un 15 % en el primer año de la pandemia.

Problemas con las divisas

Adelantar una inversión de tres años entraña dos riesgos importantes. El primero, que el escenario que estos empresarios preveían no se cumpliese, es decir, que no se crease un embudo en la producción y demanda de componentes. En su caso, al tratarse de un producto bastante novedoso y sin obsolescencia tecnológica excesivamente rápida, el riesgo estaba controlado en este aspecto, porque el mismo robot puede permanecer cinco o seis años en el mercado como novedad. Más riesgo había por la fluctuación de divisas, porque los semiconductores se compran en dólares, «un desposicionamiento en el precio, si se diesen las condiciones incorrectas, nos podía perjudicar, pero al final tampoco ocurrió», cuenta José Manuel Ruiz.

¿Por qué robots para el hogar? Sanguiñedo y Ruiz Pérez ya habían sido socios en una anterior tecnológica y cuando la vendieron se decidieron por la robótica, «considerábamos que en la década que venía la dinamizadora del mercado iba a ser la robótica. Fue una decisión estratégica y de momento vemos que está siendo así». Smartekk nació en el 2013 y venden en España, Italia y Alemania. También cuentan con una filial en Colombia con un socio local. Tienen dos líneas, Smartbot, para robots dirigidos a un cliente más profesional, y Hobot, para el lineal de hogar. Sobre la producción en Taiwán, Ruiz Pérez afirma que podrán recuperar la cadena de valor en Europa en unos ocho o diez años, «y podremos volver a fabricar aquí, ahora mismo es algo inviable».