Inusual elogio político

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

BETANZOS

Foto de archivo de Vicente de la Fuente García (Betanzos, 1934) durante su participación en el documental de Televisión de Galicia «Irmáns García Naveira: os filántropos de Betanzos» emitido en enero del 2020.
Foto de archivo de Vicente de la Fuente García (Betanzos, 1934) durante su participación en el documental de Televisión de Galicia «Irmáns García Naveira: os filántropos de Betanzos» emitido en enero del 2020. TVG

08 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo leo, lo vuelvo a leer y no salgo de mi asombro. Quizá porque, acostumbrados como estamos a la política de trinchera entre partidos (incluso en un mismo partido), a las tácticas de descrédito irresponsable, al utilitarismo argumental descarado y finalista, nos llama la atención la admiración y el elogio de un político a otro que no solo no pertenecía a su grupo, sino que además era su rival. Y nos sorprende más aún el respeto prodigado por su ejercicio del cargo, asumiendo la diferencia ideológica como esencia de la praxis política, nunca como frente bélico.

El 27 de diciembre fallecía Vicente de la Fuente, primer alcalde de la democracia en Betanzos (UCD). Sobre él escribía un obituario en La Voz de Galicia Antolín Sánchez Presedo, diputado en el Parlamento Europeo por el PSdeG y, en su día, sucesor de De la Fuente en la alcaldía brigantina. Esto es lo que decía sobre él:

«Compartimos la maravillosa aventura de la primera corporación democrática. Discutíamos con pasión y sin acritud. No concebíamos la política como una guerra fratricida, sino como una actividad noble que exige esfuerzo genuino para ofrecer alternativas compitiendo lealmente. Y, por tanto, cooperando. Por encima de las diferencias había un espacio cordial de complicidad».

Cualquiera que se tome la molestia de repasar a diario los titulares de la sección de España del periódico pensará que estamos hablando de otro país o de la última serie distópica de ciencia ficción. La descalificación, la agresividad injustificada y el insulto convierten a veces nuestra atribulada política en la Carroña de Baudelaire. Por eso maravilla este soplo de aire fresco que viene de un pasado cercano a recordarnos lo que nos hemos ido dejando por el camino.