-¿Absorbe mucho?
-Una vez mi padre me dijo: ‘¿De qué estás cansado?’. Como diciendo de dibujar, de hacer vestiditos... ‘Cansado está el que va a la obra, a la mina’, me dijo. Estoy agotado, el cansancio que yo tengo psicológicamente... cada 6 meses estoy expuesto a la crítica, a que me juzguen, es un examen. Te juegas mucho: dinero, prestigio... mucha presión. A mí me encanta cuando le va bien a la gente, pero en España somos envidiosos, y el que te mantengas o te surjan oportunidades, no gusta. Yo no envidio nada a nadie, ahora bien, hay que trabajar de lo que sea. Me acuerdo cuando vine de EE.UU. que iba con mi madre por A Coruña y vi una tienda maravillosa, la más bonita de toda la ciudad, la de Antonio Pernas. Y le dije: ‘Yo quiero trabajar aquí’. Y mi madre: ‘¿Has estado estudiando para ahora decirme que quieres trabajar de dependiente?’. ‘Sí, porque hoy por hoy esto me encanta. Le voy a mandar el curriculum’. Lo mandé con la intención de trabajar de dependiente, pero Antonio Pernas me dijo: ‘Te quiero para el equipo de diseño y te vas a hacer cargo de Cibeles’. Hubiera empezado de dependiente, pero hay gente que no. Vienen niñas al estudio para aprender a coser y no quieren, quieren ser diseñadoras.
-Empezar desde abajo con tu madre, ¿te ha marcado?
-En verano mi madre decía que no nos quería en la calle, que teníamos tres meses de vacaciones y que había que hacer algo. Así que desde que tenía 7 años, cuando no había clases me iba con ella a aprender a coser, en verano, en Navidad...
-¿Crees que tiene que haber oficio para que la creatividad funcione?
-Sí, para mí es importante. Yo tengo que planchar vestidos que igual una modista no sabe planchar. Plancho el desfile entero, no conozco a nadie que me planche como yo lo quiero. La gente flipa, dicen: ‘¿Por qué plancha él?’ Porque lo que para ti está planchado para mí no, y cuando lo ven dicen: ‘Tenías razón’. Quizás yo soy muy exigente, pero tienes que saber el oficio.
-¿A ti te lo enseñó tu madre?
-Sí, luego aprendí mucho, con Antonio Pernas de tejido, de patronaje, calidad, luego me fui a Madrid con Ángel Schlesser, el toque femenino, aunque era muy minimal, había algo más que yo echaba de menos en Pernas. Luego fui formándome y sacando mi propio yo: color, estampación, yo tengo un lado muy femenino.
-Una mujer que nunca pasa indiferente.
-No, a mí me gusta que se arregle, pero también los tíos. Mi madre me dice: ‘Eres igual que tu tío, te arreglas muchísimo’, y como que no estaba bien visto. Yo tengo clientas que llegan al estudio y me dicen: ‘Qué bien hueles, qué limpito’. ¿Cómo te voy a recibir? Yo no concibo el salir de casa sin arreglarme.
-Vas siempre impecable.
-Me encanta, soy superpresumido.
-¿Tardas mucho en elegir la ropa?
-Antes tardaba más, ahora no, porque quiero llevar un rollo más desaliñado, por eso de la juventud. Me gusta ir hecho un pincel, pero siempre me encantó. Recuerdo salir de casa para el cole, querer llevar otros zapatos, los escondía y me los ponía en las escaleras.
-¿Tú crees que el estilo va por dentro?
-Creo que sí, pero lo aprendes también, yo he aprendido mucho. Nací en un pueblo de 13.000 habitantes, que es como una gran aldea, si hubiese vivido en Madrid toda la vida hubiese aprendido muchas más cosas. Es cierto que soy una esponja, me encanta ver, observar, rodearme de gente joven, me fijo en un plato, en un mantel, me gusta, no lo puedo evitar. Yo me hice a mí mismo.
-¿Cuando alguien va a probar, si no te gusta, se lo dices?
-Sí, sí, pero porque es mi nombre. Te estoy haciendo yo el vestido y quiero saber todo lo que te vas a poner, pendientes, tocado... Y si hay algo que no me gusta, prefiero saberlo. Una vez le hicimos el vestido a una novia, una niña muy guapa, nunca se hablaba del velo ni de lo que iba a llevar en la cabeza. ‘Como desaliñada’, me decía. Y la madre: ‘El pelo así deshecho’. Tampoco quieres insistir. Dos semanas después me dice una clienta: ‘Vinimos porque nos encantó el vestido que le hiciste a fulanita, pero la dejaste tan mal con lo que le pusiste en la cabeza...’. Me enseñó una foto, y claro, yo no tenía ni idea.
-Un niño que con 7 años que va al taller de su madre es porque le gusta. Lo tenías muy claro.
-Yo recuerdo en 1.º de BUP hacer diseños para mis compañeras. Estábamos en clase de Historia, y les decía: ‘Toma este vestido’. O niñas de aquí de Betanzos que ahora me dicen: ‘Tengo un diseño tuyo de cuando estábamos en Latín’. Así era que suspendía Latín todo el rato. Lo tenía clarísimo, y cuando llegó ese momento que todo el mundo dice: ‘Yo a Santiago a estudiar Derecho, yo a A Coruña, Económicas. Pues yo, Diseño de moda’. Sientes un vacío...
-No eran los tiempos de hoy, eran los años 80.
-Claro, eras como el raro que quiere hacer Diseño de Moda. En mi casa tampoco se entendió, mi madre lo entendía perfectamente, pero decía: ‘¿Vas a poder vivir de esto?’. Me matriculé con la buena suerte de que en 1.º de Diseño me fichó Inditex, y mi padre me dio la razón. ‘Si estás empezando y ya te han llamado de Inditex, quiere decir que algo tiene que haber’, me dijo. Tenía claro que me quería marchar de aquí, ir a la gran ciudad, descubrir, ver otras cosas, vivir, de Madrid irme a EE.UU... No me quería quedar aquí, decía: ‘¿Qué voy a hacer en Betanzos?’
-En cambio ahora quieres volver.
-Ahora quiero volver, fíjate la vida las vueltas que da. Hubo una época en la que no venía nada, en Navidad y para de contar.
-¿Te alejó un poquito el mundillo de Madrid?
-Sí, me alejó un poco y yo esto lo veía como qué coñazo, Betanzos, qué aburrimiento. Empecé a venir porque el Ayuntamiento me dio un premio. Acababa de montar mi empresa, y Lagares, el que era alcalde, llamó a mi madre para decirle que les gustaría darme el Garelo. Y yo: ‘Que no me den nada, que no voy a ir’. Un disgusto. Un fin de semana, estaba en casa de mis padres y apareció el alcalde. Vine, hice el pasillo por la plaza, fui a los Caneiros... Volví a descubrir mi pueblo y ya no dejé de venir.
-¿Te retirarás aquí?
-Sí. Estoy deseando venirme a vivir a Galicia. Yo me quiero retirar aquí, ¿dónde voy a vivir mejor que aquí? En ningún sitio. Además, echo más de menos a mi familia. En Madrid tengo mi vida personal, mi trabajo, mis amigos de Madrid, pero mi familia está aquí. Me encantaría hacerlo escalonado, montar un estudio de diseño y hacer colecciones, pasar más tiempo aquí, ir a Madrid solo a probar a clientas. Y ahora con el proyecto del hotel, más todavía. Me encanta Betanzos, me encantaría poder hacer muchas cosas por mi pueblo.
-Te gusta el diseño en todas las vertientes; la moda, las casas que tienes, ahora el hotel...
-Me gusta lo bonito. Llevaba años que quería tener algo en Betanzos. Al principio pensé en un restaurante, pero después dije: ‘Lo que se necesita es un hotel porque no hay’. Yo traía a gente de Madrid y no tenía donde alojarlos. Hace dos años, celebré aquí mi cumpleaños. Éramos 90 personas, 60 eran de fuera de Galicia. Me volví loco. Dije: ‘Aquí hay que montar algo que sea muy Jorge Vázquez’, porque creo que también hay ese público, ese turista que busca algo más. El pueblo se ha alegrado mucho de que la casa quedara en manos de un betanceiro, y de alguien que presume tanto.
-¿A qué renuncias para llegar a todo?
-A tiempo personal, supongo. Cuando la gente está por ahí, yo trabajo, trabajo mucho.
-¿Sabes desconectar?
-No, me meto en la cama apago la luz y un día me pongo con la colección de Pertegaz, lo vamos a hacer así, así... Me quedo dormido de agotamiento. Otro día le doy vueltas al hotel. No paro. Pero me gusta, no me genera un esfuerzo.
-¿Con qué disfrutas?
-Aquí, yo me levanto cortando flores, abriendo la casa, preparo el desayuno, si hay algo que limpiar, limpiando la piscina o yendo a Betanzos a hacer la compra... Con cosas muy normales. Ahora... que si me voy a Formentera en un barco, también lo disfruto.
-¿Eres de fiestas?
-Me encanta que me inviten a grandes fiestas, pero me flipa más darlas, organizar cosas para los demás. Disfruto agradando a la gente. Estos días del covid, decía que me gustaría hacer un fiestón para celebrar que estamos todos bien, tenemos que valorar otras cosas. Cuando cumpla 50, quiero hacer el superfiestón, ya lo tengo en mente. Van a ser dos días, todo el mundo de smoking... Cuando lo cuento me miran... Es que la gente no piensa, a veces pienso que está muy vacía, que no tiene aspiraciones o ilusiones.
-¿Pero tanto planear y darle vueltas al coco no te lleva a vivir más allá de hoy?
-Vivo mucho en el futuro, a veces digo: ‘Jorge, disfruta de hoy’. Me pasa que cuando quiero esto y lo consigo, ya quiero aquello, a veces no disfruto de las cosas. Hay un poco de insatisfacción. Me digo: ‘Disfruta de este jardín’...
-O de este momento personal, porque cuando hablas de que hubo luces y sombras, ahora estás en la luz que más brilla en el firmamento.
-Totalmente. No puedo pedir más. Me digo: ‘Disfruta de esto’, pero mi cabeza no puede dejar de funcionar. Pienso: ‘Levanta el pie de acelerador, lo bonito es esto, estar aquí, y disfrutar de esto’. O si estoy en Madrid, pues disfrutar del estudio, de tomarme un vino al salir. Pero cuando estoy aquí, quiero estar allí, y cuando estoy allí, quiero venir. Soy culo inquieto. A veces ,llega un sábado y no salgo de mi casa, yo soy muy casero, me puedo levantar, desayunar, me pongo a ver una película y a lo mejor me quedo dormido, y cuando me despierto ya hay otra, y eso lo disfruto muchísimo. Hay gente que me dice: ‘¿No sales a comer hoy?’. No. ‘¿Te vas a quedar en casa todo el día?’. ‘Sí’, yo estoy encantado en mi casa con mi música, con mis flores, hago mi comida...
-¿No eres de grandes eventos?
-Tuve un momento en mi vida que me encantaba ese mundillo, me fascinaban las fiestas, los premios, Madrid, pero ahora mismo me da mucha pereza. Siempre ves a los mismos. Ahora solo voy a las que tengo que ir y a las que el cuerpo me pide, que para eso tengo instinto. Yo he vivido buenas fiestas en Madrid, y no es lo de ahora.
-Un paripé.
-Sí, y a esta edad no tengo necesidad, solo quiero ir a lo que verdaderamente merezca la pena y que a esa directora o equipo de moda o equipo le haga ilusión, pero no quiero ser bulto ni rellenar.
-¿En qué momento estás?
-Yo soy muy de arriesgar y de impulsos, y creo que tengo un ángel que me ayuda. Ahora estoy en un momento de disfrutar y de valorar todo lo que he ido consiguiendo. Yo tengo dos problemas: que no me doy cuenta de lo mucho o lo poco que he conseguido, cualquier persona que ha estudiado conmigo o de este entorno, me dice: ‘Es brutal’, pues no soy consciente, y de que tengo 48 años, me creo que tengo 35.