El branco lexítimo, en compás de espera debido al covid-19

d. vázquez BETANZOS

BETANZOS

Imagen de algunos de los viñedos de Adega Bescansa en Betanzos
Imagen de algunos de los viñedos de Adega Bescansa en Betanzos

Los productores temen que la caída del consumo en la hostelería y el cierre de fronteras lastren sus ventas

02 jun 2020 . Actualizado a las 18:05 h.

Con la hostelería a medio gas y la restauración prácticamente parada el mercado para el branco lexítimo, una variedad ligada a la I.X.P. Betanzos y a la Reserva de Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo, es, cuanto menos, incierta. Son pocos productores, pero defienden la riqueza de su singularidad y han conseguido atraer proyectos ambiciosos a la zona.

Adega Bescansa

«La cosa está fastidiada». Lorenzo Bescansa está al frente de una bodega que produce 3.500-4.000 litros de branco lexítimo y agudelo, además del vino dulce Ouro Moído. Creada en el 2003 fue pionera en la apuesta por el branco lexítimo, un trabajo reconocido por un catador de la afamada Guía Parker. Este ingeniero agrónomo, que trabaja como autónomo y contrata personal para atender las viñas, reconoce que como todas sus «ventas son a hostelería y tiendas especializadas, la cosa está fastidiada». «Los gastos de la bodega son muchos y si no soy capaz de controlar el viñedo me acabarán comiendo los hongos», explica sobre la importancia de las ventas para poder contratar ayuda. «El consumo no va a ser el mismo que antes, la clientela si está en el paro no creo que esté para muchas virguerías», indica, reconociendo que lo ve «todo muy feo». El covid vino a truncar un momento en el que «el vino de Betanzos estaba remontando».

Adegas Bordel

«Hai que educar». Aunque pueda parecer una bodega recién llegada, con un año de vida, al frente está José Antonio Meixide, todo un experto y profesor del CFEA de Guísamo. La titular de un proyecto de desarrollo rural en Abegondo es Lucinda Vázquez, su mujer. Cuentan con media hectárea de viñedos que producen entre 2.500-3.000 litros de branco lexítimo. Tonecho reconoce que producir en Betanzos «é moi caro» y que, aunque resultan atractivos para el mercado es imposible competir en grandes superficies. En este momento de parón cree que la estrategia a seguir es que se valore lo local, pero detecta una asignatura pendiente: «Hai que educar moito». Cree que se tendría que lograr lo conseguido por los vascos con su txacoli, la demanda interna. «Temos que ser defensores do patrimonio para que perviva», asegura.

Bodegas Rilo

«Incerteza». Es una empresa familiar dedicada al mundo del vino situada en Bergondo. En su caso cuentan con tres líneas de negocio: el vino a granel, las denominaciones gallegas y alguna de España, pero es con el viño da terra donde «pechamos o ciclo», con cultivo e distribución, comenta Ricardo Rilo. La pandemia los cogió aún con unas 500 botellas de la cosecha del 2018 del branco lexítimo, lo que hace que se replanteen qué hacer con la del 2019, unos 2.000 litros. Una producción «un pouco máis larga» que el año anterior y que auguraba buenas perspectivas este verano. Ahora ve «incerteza de como vai a responder a xente». Con mucho mercado en hoteles y hostelería, el confinamiento lo pasaron manteniendo contacto con bares y restaurantes para «que se acorden de nós».

Casa Beade

«Fóronse todos os pedidos». En sus instalaciones se elaboran los vinos de dos bodegas, Casa Beade y Conexión Mandeo. Cuentan con una producción de 3.000 botellas en cada bodega, explica José Lois Bouzón Beade, nieto del fundador de Casa Beade, una bodega que arrancó en el 2000. «Para nós é complicado, traballamos moito por fóra, se cadra a metade da produción e fóronse todos os pedidos que tiñamos para abaixo», comenta, reconociendo que la mitad de sus ventas están en EE.UU. y el cierre de fronteras los dejó en suspenso, en un momento en el que mercado interior tampoco se recuperó. «Vai a ser complexo porque o 90 % do noso mercado é hostalaría», dice y se mantienen los gastos sin facturar. «Haberá que reiventarse», considera.

Conexión Mandeo

«Conservar o patrimonio». Ángel Pedreira Vieiro, José Luis Bouzón Beade, Juan Naveira Presedo, Pablo Fernández Coroas y Ricardo Rilo Rodríguez son los impulsores de esta bodega, que se fundó en el 2015 con producción de uva propia y viño de Betanzos. Trabajan fincas alquiladas tras recuperar viñedos antiguos y adaptarlos a variedades locales. «Intentamos conservar o patrimonio», reconocen.

Eladio Migal

«A produción era boa». «Está bastante cru porque non hai ventas e a viña haina que atender igual, os sulfatos hainos que comprar igual», resume Eladio Migal, que lleva unos diez años produciendo branco lexítimo en unos 15.000 metros en Betanzos, aunque la bodega está en Santa Cruz de Mondoi (Oza-Cesuras). «Para nós isto case é un hobby, a familia sempre fixo viño, nós o que máis nos dedicamos é a distribución doutros viños», apunta, reconociendo que la pandemia le dejó apenas con un 20 % de las ventas, muy ligadas, en su caso, a la hostelería y la restauración. «A produción deste ano era boa, pero non se sabe aínda se se vai a vender, porque aínda está case todo o do ano pasado, uns mil litros, na bodega porque empezábase a embotellar en marzo para a Semana Santa, pero ao vir isto xa non o fixemos», apunta.

Pagos de Brigante

«Competir con viños de autor». Han realizado una gran apuesta y se han embarcado en reconstruir un viñedo en la Curva do Espello de Paderne. Con ese proyecto en marcha alquilaron los terrenos de Viña Ártabra para tener vino este año. El apoderado, Juan Veiga, reconoce que con el covid «é un mal momento para empezar», pero eso no los paraliza. Sus previsiones eran lograr 4.000 botellas de branco lexítimo y godello, 6.000, siendo optimistas. Esta apuesta va a servirles de campo de investigación para el proyecto real en Obre, con 80.000 metros cuadrados, que estarán a pleno funcionamiento en 6 años. «Nós non imos competir con viño de mesa, senón de calidade, viños de autor», advierte.