Antonio Naya, más de medio siglo de pasión por la judicatura y el periodismo

fRANCISCO CASTIÑEIRA

BETANZOS

CESAR QUIAN

El sábado recibió sepultura el que fue corresponsal de La Voz en Betanzos

11 feb 2020 . Actualizado a las 08:28 h.

En la tarde del sábado recibieron sepultura en el cementerio parroquial de Cortiñán (Bergondo) los restos mortales de Antonio Naya Salorio. El sepelio constituyó una gran manifestación de duelo. Como él mismo escribiría en una de tantas necrológicas, «dejó de existir» a los 94 años en el hospital Quirón de A Coruña. Era una persona muy conocida y apreciada en toda la comarca betanceira. Había nacido el 9 de diciembre de 1925 en Peteiro-Rois (Bergondo).

Antonio Naya dedicó toda su vida profesional al mundo de la judicatura. Al finalizar la Guerra Civil, con solo 14 años, ya prestaba servicio en el entonces Juzgado Municipal de Bergondo. Con la oposición aprobada fue destinado a Oza dos Ríos, a donde se desplazaba en una moto Guzzi. Después fue el responsable del registro civil en el desaparecido Juzgado de Distrito de Betanzos durante muchos años.

Naya también fue corresponsal de La Voz de Galicia en Betanzos, diario en el que firmaba sus crónicas bajo el seudónimo Ayán (su apellido al revés). Dedicó al periodismo, su otra gran pasión, más de medio siglo.

Amante de la naturaleza, al entrañable Ayán le gustaba dar paseos por el bosque con unas botas de goma que usaba desde hacía 50 años y tenían las suelas muy desgastadas, casi lisas, según me confesó un día. Del mismo modo, era habitual verlo en la playa de Fiobre para disfrutar de la brisa del mar, y cultivar verduras y hortalizas en un pequeño huerto de su casa de Cortiñán. Allí siempre estaba pendiente del momento idóneo para podar los frutales.

A quienes lo tratamos diariamente, su pérdida nos deja huérfanos de un hombre con gran sentido del humor y excelente decidor de consejos. Siempre encontraba las palabras justas para ayudar a resolver cualquier problema o hacer un favor a quien se lo pidiese. Era capaz de llorar de risa con un buen chiste y al mismo tiempo mostrar su sonrisa más socarrona ante cualquier inconveniente o crítica. Así, en síntesis, era la personalidad del más veterano corresponsal de esta casa.

Personalmente, me siento un privilegiado por haber aprendido algo de su magnífica sabiduría durante más de cuatro decenios. Antonio Naya tuvo una gran influencia en mi vida, tanto que sin él nada hubiera sido igual. Por tanto, mi más sentido agradecimiento a este compañero, amigo y consejero. Adiós, maestro. Descansa en paz.

Francisco Castiñeira Purriños fue compañero de Antonio Naya en La Voz de Galicia.