Betanzos y A Coruña despiden a su querido chatarrero

T. S. BETANZOS / LA VOZ

BETANZOS

19 mar 2018 . Actualizado a las 12:05 h.

Tenía que ser un día gris, plomizo, con nubes de tono metálico para decir el último adiós a un hombre que llevó con orgullo el apodo de chatarrero. Francisco Mata Cuesta fue despedido ayer por cientos de personas en la localidad de Betanzos, donde se instaló con apenas 25 años para iniciar en Galicia el negocio de curtidos. Llegaba del pueblo leonés de Roperuelos del Páramo y cambió de hogar por el consejo de un familiar de Astorga. «Galicia es casi inédita en esto de las pieles», le dijo. Y aquí se vino con su esposa y su hijo Deogracias, entonces con apenas nueve meses -luego nacería José Manuel-. Y aquí se quedó. Y aquí tuvo la suerte de cambiar las pieles por un negocio de chatarra que otros dejaban y él supo explotar, haciendo coincidir los momentos de mayor esplendor con los años gloriosos de los astilleros ferrolanos. Se contabilizaron 80 familias que vivían directamente del sello creado por Franciso Mata, tiempos en que el empresario compartió cientos de comidas con los trabajadores en el bar Lepanto de Ferrol. Después compraría los barcos en desuso de todas las partes del mundo, como Canadá o la antigua URSS. «Compré barcos a Gorbachov», dijo un día a La Voz. Francisco iba a cumplir 94 años en mayo. «Estuvo al pie del cañón hasta los 80, el trabajo era su vida», recuerdan sus hijos.