Asalta una perrera en Abegondo vestida de Papá Noel para recuperar dos perros, uno de raza peligrosa

D. Vázquez A CORUÑA / LA VOZ

BERGONDO

CEDIDO

El joven que la acompañaba saludó a las cámaras de vigilancia durante los hechos

21 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A cara descubierta, aunque con espíritu navideño por la vestimenta, una joven participó el pasado sábado, junto a un acompañante, en el allanamiento en el centro canino Do Pazo, en Abegondo, para recuperar dos perros, uno mestizo y otro de raza potencialmente peligrosa, un american stanford. Lo hicieron sin temor a ser reconocidos, ya que incluso se despidieron de la cámara de vigilancia que hay en el exterior de una instalación en el lugar de Limiñón, para que no hubiera duda de quién se los llevó.

Un trabajador de Servigal, firma que se ocupa de la lacería en ocho municipios del entorno coruñés, recogió el sábado un gato en Sada y cuando realizaba este servicio se encontró con dos perros sueltos en una carretera de Bergondo. Los recogió sobre las cinco de la tarde y los trasladó al centro canino Do Pazo, situado en Limiñón, donde comprobó que tenían microchip y avisó a Protección Civil.

Tres horas y cuarto más tarde, las cámaras de vigilancia recogen como un coche se para en la entrada, se baja una pareja y enfoca con los móviles hacia el interior del recinto. «La chica viene vestida de Papá Noel, es un chiste», explica Rosa Guerra, responsable de la instalación. A la hora que llegan los jóvenes no hay nadie, saltan la muralla y se llevan a los dos perros. No contentos con su hazaña, al recuperar al segundo, el joven coge la pata del perro para saludar a la cámara de vigilancia y después muestra el pulgar hacia arriba, como para certificar que todo está bien. Toda la operación dura 15 minutos y se llevan en el automóvil a Dialga y Killah, nombres de los animales.

Rosa Guerra muestra las fichas de los dos perros sustraídos
Rosa Guerra muestra las fichas de los dos perros sustraídos D. Vázquez

Guerra precisa que quienes sustrajeron a los animales fueron sus dueños. Llamaron a la joven y explica que, de malos modos, les indicó «no os enteráis de nada, los perros los tengo desde el sábado». Guerra vincula los hechos con que quizás no tuvieran autorización para tener un perro potencialmente peligroso, una cuestión imprescindible a la hora de retirarlo de la perrera. «No tiene otra explicación, porque no es normal que si tienes tus perros con chip entres a robarlos, lo normal sería esperar al lunes», comenta, reconociendo que se siente impotente ante el asalto. «Los voy a denunciar, pero lo van a considerar un hurto y no va a pasar nada», cuestiona. Si hubiesen esperado al lunes y tuvieran los papeles en regla solo tendrían que haber abonado la tasa, de 48,68 euros por la recogida de cada uno de los perros, porque uno era de la chica y otro del joven.

«Nosotros tenemos aquí muchos perros con chip y sabemos quiénes son los propietarios, pero quedan abandonados porque no los pueden recoger, ya que al tener antecedentes no les dan la autorización», puntualiza sobre un centro canino en el que en estos momentos atienden a 160 perros, 80 gatos y un loro.

«Esto es una propiedad privada y no se los pueden llevar. Aunque sean suyos, fueron hallados en una vía pública, los pueden atropellar y uno es potencialmente peligroso y suelto en una carretera es una infracción muy grave», remarca Guerra, que entiende que la sustracción no puede ser el pago que reciban por evitar el atropello de los animales.

«Se creyeron que esto era un día de puertas abiertas», dice con sorna y dolida porque hace dos meses sufrieron otra intromisión en su propiedad, en aquella ocasión, les rompieron un cristal, entraron en las dependencias y les llevaron la caja. «¿Por qué lo hacen? Porque saben que no les pasa nada», cuestiona.

Lo dice con conocimiento de causa, se enfrentaron ya a un caso similar. Un vecino de Abegondo utilizó un procedimiento parecido para recuperar a su perro. Fue junto a su hijo al exterior de un centro canino con una escalera para saltar el muro y llevarse a su perro. «Fuimos al juzgado y tuvo que pagar», recuerda.