Los primos marroquíes del fútbol gallego: «El corazón me iba a mil»

ARTEIXO

Vítor Mejuto

Superaron importantes obstáculos para arraigar en Galicia, vivieron con intensidad los penaltis contra España y apuntan con optimismo a Portugal

08 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Achraf y Bilal Belkalcha son primos. Ambos llegaron siendo niños a Arteixo desde Marruecos. El pasado martes, vivieron el partido entre España y el país norteafricano de forma diferente. «Lo vi con mi familia. Mi madre y mi tía no son muy futboleras, pero estaban muy nerviosas», apuntó Achraf, conocido como Achi, que disfrutó del trabajo de su tocayo Hakimi y del resto de los futbolistas marroquíes. Bilal prefirió verlo solo: «En los penaltis, me iba el corazón a mil. Con la familia siempre te puedes perder algún detalle».

Ambos son, además de aficionados, jugadores. Bilal juega de lateral en el Paiosaco, mientras Achi es uno de los mediocentros del Laracha. «Me gusta jugar de carrilero, porque puedo ayudar con mi forma de jugar», apunta Bilal. Su primo, entre risas, señala que pone orden en la divisoria: «Se quejan de que rasco bastante».

Bilal recuerda con cariño su debut con el Cerceda: «Salí en el minuto 90 y pude marcar en el 93. «Fue el gol que me dio el paso al fútbol sénior con 18 años». Además, jugó un año en el juvenil del Deportivo. Pero nunca se sintió tan cómodo como en el Paiosaco, su equipo actual. Allí marcó el primer gol del equipo en Tercera División, ante el Céltiga, tras lograr el ascenso. Achi es un coleccionista de ascensos. Logró cinco en total: uno en edad cadete, dos como juvenil y otros tantos en etapa sénior, en el Club do Mar de Caión y en el Suevos.

Años difíciles

El padre de Bilal, Bouabid, trabajó durante varios años sin papeles. Lo hizo como vendedor ambulante. «Estuvimos años sin poder vernos», relata su hijo. Cuando consiguió el permiso de residencia, su familia pudo asentarse en Arteixo y, tiempo después, llegaron los padres de Achi y sus cuatro hijos. Las madres de ambos son hermanas. Sus padres, también. «Todo el mundo piensa que nosotros somos hermanos», asegura Bilal.

Ambos son felices en Arteixo. Allí se desarrollaron como personas. «Nunca hemos cambiado de pueblo por el trato de la gente. Es maravilloso vivir aquí», apuntó Bilal, que desgrana el origen de la comunidad marroquí en la localidad coruñesa: «Los marroquíes somos muy solidarios entre nosotros, intentamos ayudar a las personas que tienen dificultades».

Sus familias son originarias de Beni Melal-Jenifra, una región sin mar, en el corazón de Marruecos. Quizás por ello, Achi valora tanto las arenas arteixanas. «Me encanta el mar y tenemos muchas playas. Aquí tengo mi vida», apuntó.

Ambas familias mantienen una tradición inquebrantable: el cuscús de los viernes, tras practicar el rezo en la mezquita. Todos se reúnen para degustar este manjar, un clásico de la gastronomía marroquí. «Mis amigos siempre me preguntan: ‘‘¿Cuándo vamos a comer cuscús? ¡Les encanta!», añade Bilal.

A los dos les llamó la atención el mismo jugador: Sofyan Amrabat. El mediocentro lució un despliegue físico que bloqueó el juego de España. «No lo había visto mucho y me está gustando», apuntó Achi. Bilal, que añade con orgullo que «los marroquíes son conocidos por sentir mucho a su selección», coincide en la valoración de su primo hermano: «Es un espectáculo. Llega a todos los lados».

Los norteafricanos estarán por primera vez en los cuartos de final de un Mundial tras eliminar al combinado español. Achi considera que la selección de Luis Enrique fue «un poco plana, sin profundidad» y que «Marruecos supo leer muy bien partido». «Tuvieron la posesión, pero creo que hicimos lo que teníamos que hacer. Tenemos un porterazo», añade Bilal, que invita a su selección a repetir estrategia ante Portugal: «Con un planteamiento como el de España, podemos hacerle daño».