El juez Hilario Núñez de Cepeda acudió al día siguiente al lugar del suceso para recoger el testigo del juez municipal de Arteixo, que había iniciado las diligencias. La presión de Núñez hizo que la versión de los asaltantes se derrumbara. La pareja, que acumulaba cinco años de convivencia, no era precisamente un ejemplo de buena relación. Rita acusaba a su marido de constantes infidelidades. La noche del crimen, el matrimonio y el criado habían visitado varias casas de amigos donde el criado no se frenó ante el alcohol que le ofrecían. Así, su conducción del carruaje fue errática, lo que originó el reproche de la mujer. Rita y el criado comenzaron a discutir cada vez con más hostilidad y, según la versión del marido, el empleado acabó lanzándole una piedra «sin la intención de acabar con la vida de la señora». El juez consideró que los dos varones estaban confabulados y envió a ambos a prisión. La mujer presentaba tres heridas más en la cabeza, por lo que la tesis de la piedra lanzada no era creíble. Condenados a 15 años de prisión, apenas cumplieron 8. Al salir del penal de San Miguel de los Reyes (Valencia), Bernardo del Río retomó su vida en Buenos Aires junto a su amante, Pilar Alba Lamas.
Todos estos nombres y sucesos se han quedado grabados en la historia de Suevos, al igual que el lugar de Bordeiras, citado en la primera declaración de los asesinos, quienes aseguraron que allí habían dejado el carruaje para encarar a pie la pista final a casa, donde sufrieron el inventado asalto de los bandidos.