Ángeles Bouzas describió esta inédita manera de celebrar una verbena como «unha maravilla». Viajó desde Coirós con su marido, sorprendido «porque pensaba que con tantas normas ían facer imposible disfrutar do baile e da festa. Pero vemos que se pode». Petacas aparte, que alguna se vio y vació, eran muchos los que llevaban botellas de agua. Y para evacuar, muchos baños portátiles. Lo demás, bailar y bailar. Los convivientes, pegados como en los chotis. Y sin aglomeraciones de amigos. Había que mantener las distancias. De todo, fue lo más complicado. «Uno empieza separado pero luego te olvidas», decía uno de los asistentes. Así fue uno de los seis ensayos que servirán para ver cómo serán las verbenas de este verano.