«Botei de menos o bochinche, pero xa tiña moitas ganas de troula»

alberto mahía ARTEIXO

ARTEIXO

Arteixo acogió un ensayo de las verbenas con la actuación de Los Satélites

20 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No se habían vestido los músicos y ya había alguno que pensaba que una verbena sin bochinche es como dejar los sanfermines sin toros o las fallas sin ninots. Sintiéndolo por los que miran más al camarero que al cantante, lo que importa es que vuelven las orquestas a los escenarios y, por lo que se vio ayer en Arteixo, el ensayo salió redondo. Ya no solo porque la música la pusieron Los Satélites, que en Galicia sonaron más que los Rolling Stones y siempre estuvieron en lo más alto del escalafón, sino también porque los mil asistentes disfrutaron de la velada y descubrieron que con cita previa, con mascarilla, con separación, sin bebidas, comidas ni tabaco, también se baila, se canta y se rumbea.

Lo resume en una frase Antonio de Loureda: «Botei de menos o bochinche, pero tiña moitas ganas de troula». Para su fortuna, pese a que la lluvia amenazó, cayeron gotas, pero no llegaron a molestar. El alcalde, Carlos Calvelo, destacó que, una gran parte de los asistentes «llegaron de diferentes puntos de la provincia» y que «en apenas cuatro días se agotaron las solicitudes».

Si hasta hace un año se iba a las verbenas con el único requisito de ir vestido, ahora hay que cumplir unas normas que empiezan días antes, cuando los asistentes dan su DNI para un mayor control sanitario. Eso supone que para entrar al recinto hay que ir con tiempo, de ahí que se abrieran las puertas una hora y media antes. Solo así da tiempo a identificarse para poder acceder. También hay que ir sin hambre, sin sed y los fumadores dispuestos a dejar el pitillo mientras dure la verbena.

Ángeles Bouzas describió esta inédita manera de celebrar una verbena como «unha maravilla». Viajó desde Coirós con su marido, sorprendido «porque pensaba que con tantas normas ían facer imposible disfrutar do baile e da festa. Pero vemos que se pode». Petacas aparte, que alguna se vio y vació, eran muchos los que llevaban botellas de agua. Y para evacuar, muchos baños portátiles. Lo demás, bailar y bailar. Los convivientes, pegados como en los chotis. Y sin aglomeraciones de amigos. Había que mantener las distancias. De todo, fue lo más complicado. «Uno empieza separado pero luego te olvidas», decía uno de los asistentes. Así fue uno de los seis ensayos que servirán para ver cómo serán las verbenas de este verano.