Un caso de acoso escolar de Arteixo sale fuera de las aulas

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

ARTEIXO

MARCOS MÍGUEZ

El padre de una niña denuncia a sus perseguidores como autores de un sabotaje a su coche. «Esto me importa poco, temo por ella»

11 mar 2021 . Actualizado a las 11:30 h.

«Denunciar nunca sale gratis». David señala las muescas del lateral de su coche, hechas con ensañamiento. El vehículo tiene tantos años que los rayazos le importan poco. A este vecino de Arteixo lo único que le importa son sus hijos. Por eso está tan preocupado. Porque después de denunciar que personas desconocidas le habían reventado una luz trasera y rayado la chapa del coche, ahora asegura que detrás de ese sabotaje están los mismos que persiguieron, insultaron y amenazaron a su hija, circunstancia que denunció a principios de año en el cuartel de la Guardia Civil. «Ya ves, denunciar nunca sale gratis», repite señalando su coche.

Así que regresó ante los agentes para ampliar la información sobre la denuncia, preguntándose si servirá de algo. «Resulta que una vecina los vio, me lo dijo a los pocos días, pero se saben impunes», lamenta, quien salió públicamente en enero en este periódico para denunciar el acoso escolar que sufría su hija en un colegio de Arteixo.

Desde entonces ha comprobado que el paso del tiempo corre en su contra, que las promesas de cambio en las leyes se diluyen a los pocos días.

El colegio activó el protocolo antiacoso, que implica la vigilancia y atención de profesores sobre esta alumna en zonas comunes y en horas muertas. Incluye, además, periódicas reuniones con los padres para analizar la evolución de la niña, que en cuatro años sufrió agresiones: un golpe en la cabeza con una piedra o un empujón que la hizo caer por unas escaleras, siempre por el mismo grupo de estudiantes. Las amenazas sufridas por la niña en su propia calle en las fiestas navideñas la bloquearon durante días y tardó en incorporarse a las clases. Así, el colegio activó ese protocolo por todos los antecedentes previos más que por los hechos en sí, ocurridos fuera del recinto escolar y en época no lectiva.

«Pero no entendemos que ella y su principal agresora sigan compartiendo clase. El ambiente no es bueno, mi hija apenas tiene amigas porque las que se le acercan temen sufrir lo mismo que ha estado aguantando ella desde los 8 años (hoy tiene 12)», explica el padre, frustrado por el archivo de la denuncia a las amenazas de enero en su calle y ahora con este nuevo episodio, que no sufre por deber acudir al chapista sino que lo siente por su propia hija.

A raíz del caso de esta menor, la Confederación de Anpas Galegas pidió fortalecer los protocolos de la Xunta, que tildan de «papel mollado». El padre no ha parado de enviar correos electrónicos a distintas fuerzas políticas para intentar un cambio en los hábitos internos de los colegios e impedir situaciones de acoso. «Es el temor constante de que un día, en vez de mi coche, sea mi hija la que reciba esas agresiones. ¿Cómo se para esto?», se pregunta el padre.