Javier Pascual, el guardia civil que encontró a un niño perdido: «Tengo hijas, imaginé lo que estarían sufriendo esos padres»

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

ARTEIXO

MARCOS MÍGUEZ

Un guardia civil de Arteixo narra cómo encontró a un niño a dos kilómetros de su casa tras desaparecer en el garaje familiar

27 jun 2020 . Actualizado a las 23:52 h.

-¿Te llamas David (nombre ficticio)?

-¿Tú cómo sabes mi nombre?

-Vives en el centro de Arteixo, te has perdido, ¿a que sí?

-Sí.

-Deja de llorar, te llevo a tu casa.

Casi dos horas después de perderse de una forma un tanto rocambolesca, el niño de 10 años y vecino de Arteixo fue encontrado cuando caminaba hacia una zona boscosa, a dos kilómetros de su casa. Faltaban pocos minutos para la medianoche del pasado lunes 22, y el agente del cuartel local de la Guardia Civil, Javier Pascual, localizó al niño.

Él y su compañero habían recibido llamada de alerta a las ocho y cuarto de la tarde. La madre, con tono de agonía, llamaba para pedir ayuda. «Tengo hijas, me imaginé el sufrimiento que estarían pasando y aunque en ese momento no teníamos patrulla, fuimos a la calle en cuestión (la peatonal de Arteixo) donde vimos a vecinos, agentes de la Policía Local y Protección Civil buscando por el entorno», relata el agente.

¿Cómo desapareció el niño? La familia acababa de llegar a casa a través del garaje. Salieron del coche y subieron al piso. Al llegar arriba notaron que faltaba el hijo de 10 años. Bajaron de nuevo junto al vehículo y allí comenzaron a preocuparse. Nadie respondía a las llamadas, cada vez más elevadas.

Javier optó por peinar el entorno en el coche patrulla «dibujando círculos de menos a más». Y pasadas las once de la noche, descubrió a niño que caminaba sin rumbo y llorando. Paró el vehículo y se produjo entonces la conversación ya relatada.

Sirena y luces

Como David iba sin mascarilla -«me dijo que se cambiaba de acera cuando le venía gente de frente por este motivo»-, Javier le facilitó una y le invitó a subirse al coche. «Le dije que pusiera las luces y tocase la sirena, y ahí se relajó». Antes de tomar rumbo a casa avisó de que el niño se encontraba bien. Comenzó entonces la segunda preocupación del menor desde el asiento de copiloto. «Menuda bronca me va a echar mi madre», repetía. Javier fue testigo de que el niño estaba equivocado. El final feliz, la relajación tras la angustia convirtió el reencuentro en un abrazo. «Son momentos muy tensos, perder un hijo, aunque solo sea un par de horas, genera una sensación horrible, y es más frecuente de lo que creemos», señala Javier, oriundo de Salamanca y miembro del cuartel de Arteixo desde hace muchos años.