José Luis Veiga Alvedro: «Vivo o día a día, sen darlle máis voltas»

R. d. Seoane A CORUÑA / LA VOZ

ARTEIXO

CESAR QUIAN

Hoy que se celebra el Día del Párkinson, él cumple 50 años. Lleva casi una década haciendo frente a la enfermedad

11 abr 2018 . Actualizado a las 10:12 h.

Casualidades de la vida, celebra su cumpleaños el mismo día que se dedica a la enfermedad que ha cambiado la suya. Hoy mismo. Sopla 50 velas José Luis Veiga Alvedro, al que el párkinson le dio un vuelco hace ya casi una década. Aunque hasta hace cinco años no le pusieron nombre. A él le tocó pronto, pero hay gente a la que todavía le llega antes. «Tiña 40 ou 41 anos cando empecei a coxear, e o brazo xa non me balanceaba ao andar». Ese fue el primer síntoma que lo llevó a iniciar todo un peregrinaje médico.

En contra de lo que se piensa, a él le sucede lo que a tres de cada diez de los asaltados por este mal: no tiembla. Tampoco anímicamente: «Vivo o día a día, sen darlle máis voltas. Intento facer todo o que podo como se non houbera enfermidade. A outros tócanlle cousas peores», dice este vecino de Arteixo que no duda en contar su experiencia porque «non teño nada que esconder», y con la intención de dar voz a los muchos que comparten similares síntomas, obstáculos y preocupaciones de futuro. Mil se calcula que son solo en la ciudad de A Coruña. Trece mil en Galicia y alrededor de 160.000 en España.

«O párkinson é coñecido, pero non recoñecido», dice antes de aprovechar la señalada fecha para reclamar mayor apoyo «institucional» y reivindicar la importancia de la investigación para buscar salidas a un proceso neurodegenerativo que a él, insiste, intenta no le altere la cotidianeidad más de lo estrictamente inevitable. Es José Luis de los que intenta buscar el lado bueno, o al menos no dejarse ahogar por el malo, y, sobre todo, de los que valora lo que tiene y mantiene. Como su familia. Es padre de dos hijos de los que «non hai queixa, son bos rapaces, bastante responsables e bos de levar», cuenta sin ocultar cierto orgullo quien sigue viendo en su compañera de fatigas el regalo de su vida.

«Foi unha pena», dice escuetamente cuando recuerda los años que perdió de medicación y tratamientos por las dificultades del diagnóstico. «Botei catro ou cinco anos dun médico a outro, fun a varios traumatólogos, pero non sabían por qué coxeaba». Tenía además rigidez en las cervicales y recurría al masajista «pero ao día seguinte, coma se non fora». Un día, en esas frecuentes visitas al centro de salud «había unha substituta e nada máis contarlle mandoume poñer de pé fíxome así», explica mientras realiza el gesto de quien adelanta rápidamente una mano hacia el rostro del que tiene enfrente a modo de susto. Entonces, José Luis se desequilibró. «'Vaite ao neurólogo', díxome, e en menos de 15 días fixéronme a resonancia no Chuac, foi un domingo pola mañá», recuerda. 

«Hai cousas peores»

Así le llegó el diagnóstico a este hombre que decidió asumir la noticia sin renunciar a continuar. «Eu tomeino bastante ben, porque fun empeorando pouco a pouco. Hai cousas bastante peores; isto non é coma se che da un ictus e xa quedas mal», reflexiona en voz alta.

Y así, este autónomo siguió de carpintero «ata que vin que non defendía o traballo». Paliaba sus dificultades echándole madrugones «para cumprir coa xente», Pero el cuerpo dijo basta. «Non é fácil, traballei 34 anos seguidos, nunca estiven no paro, pero tiven que parar. É difícil», cuenta sobre el reconocimiento de una incapacidad laboral que en realidad no deseaba e inferior a lo que esperaba tras tanto cotizar para el retiro.

Aún así, no se queja. «Teño forza de vontade e procuro ocupar o día, non me sobra tempo», ríe José Luis, que encontró en la Asociación Párkinson no solo el lugar en el que recibir fisioterapia y logopedia, sino «unha gran familia á que teño que darlle as grazas polo trato humano, son marabillosas», insiste este paciente que, por el momento, simplifica sus problemas a las dificultades de movilidad. «E desaparecen cando subo na bici», apunta sobre los paseos por el monte con los que tantos buenos ratos pasa. «Por agora non tremo e grazas a Dios non me falta a memoria; falo un pouco rápido, case non vocalizo, sobre todo se me poño nervioso», se explica sobre las expresiones más visibles de una enfermedad que le provoca rigidez, pero no lo doblega. Los hijos, «botar unha man en todo o que podo na casa, enredar cos cans ou na finca dos meus pais» ocupan un día a día en el que, de vez en cuando, solo de cuando en vez, asoman inquietudes del mañana. Ha dejado de usar camisas por lo complicado que puede llegar a ser abotonarse y, de asustarle algo, solo es «o traballo que podo chegar a darlle á familia». 

Mil globos para teñir de rojo María Pita contra el aislamiento social

La Asociación Párkinson Galicia-Coruña, que cada año realiza más de 14.000 invenciones de fisioterapia y 10.000 de logopedia, organiza hoy el acto central para conmemorar el día mundial de la enfermedad llamando la atención sobre la necesidad de evitar el aislamiento social de los afectados. Será a las seis de la tarde en María Pita, donde se soltarán un millar de globos rojos. Mañana se instalarán 27 mesas informativas en distintos puntos de la ciudad para la cuestación anual, acto que tendrá lugar el lunes 16 en Betanzos. También el lunes y el 24 de abril, la Fundación Barrié acogerá a las 19.00 horas talleres gratuitos de disfagia y prevención de caídas. Y el viernes 20 en el Ágora (19.30) habrá un concierto solidario de Amizades.