La zona coruñesa está para comérsela? a zancadas. Porque espacio para correr hay. También para ir en bicicleta o en patines. Tramos de infarto pegados al mar o rutas por bosques con hojas amarillas al borde del río Mero. Estos son los paseos de la comarca y sus caminantes
20 nov 2017 . Actualizado a las 18:50 h.Caminante se hace el camino al andar. Si Machado hubiese vivido en el área metropolitana coruñesa sabría que aquí existen caminos, y de los buenos. De los que sirven para correr con la bicicleta o para salir a pasear con el perro los domingos.
Primera parada de esta ruta por los senderos de la comarca: Arteixo. El tramo que nace en la playa de Sabón y termina en la arena de Barrañán es un espectáculo para la vista. Sin nada en el horizonte, más que el océano Atlántico, este paseo por el borde litoral es perfecto para hinchar el pecho, coger aire y respirar. Como otros paseos de la comarca, aquí hay fieles que no perdonan su caminata diaria.
Es el caso de Donvina y Pilar. Sus tardes son para salir a estirar las piernas. Desde las cuatro, y durante dos horas, recorren todo el paseo litoral de Arteixo. «Aínda me acordo cando aquí só había corredoiras», recuerda Pilar, de Figueiroa «de toda a vida». Con su amiga Donvina, nacida en Lugo, pero «veciña de adopción de Arteixo dende hai 48 anos», sale a caminar todas las tardes, llueva o truene. «¡Temos que movernos, que se non engordamos!», bromea Donvina. «Mentres teñamos saúde e poidamos vir sempre por aquí, temos que aproveitar», añade Pilar.
Su modus operandi diario es siempre el mismo: «Comemos sobre a unha, despois durmimos unha pequena sesta e baixamos a camiñar». En su ruta de kilómetros se cruzan con otros vecinos que aprovechan el paseo para ponerse en forma. «Hai veces que vai cheo. Non me estraña porque isto é unha marabilla», afirma Pilar. Pronto podrán ir desde el centro de Arteixo hasta el mar del tirón. El próximo objetivo del Ayuntamiento: unir la senda litoral con el paseo fluvial del río Bolaños. Son 700 metros de obra para completar un tramo de más de diez kilómetros, con espacio para peatones y carril bici.
Mera, del revés
En Oleiros acaban de estrenar nuevo tramo para caminantes: un paseo marítimo de 700 metros que une Mera con Canide. Le llaman Balcón de Maianca y, como en Stranger Things, pone Mera, «del revés»: de las vistas interiores al privilegio del borde atlántico del nuevo camino. El espacio para peatones al lado de la costa crece, y se suma a la senda que llega hasta la playa de Espiñeiro. Para los vecinos de Canide este pequeño camino significa aparcar los coches y bajar a Mera en bicicleta. Entre las primeras en estrenarlo, Eva Bares y sus dos niñas: Laura y la pequeña Martina. Esta vecina de O Burgo reparte su tiempo entre el paseo más mítico de Culleredo y la ruta por el mar de Mera, donde vive su hermana. «En verano y cuando hace buen tiempo nos gusta venir a pasear a Mera. Es un gusto disfrutar de las vistas que hay». Su hija Laura, la mayor, se anima a recorrer el tramo por el borde del mar en patines. «Creo que hay muchas cuestas para ir en patines», se ríe traviesa mientras intenta avanzar con las ocho ruedas en los pies.
Para vecinos de Canide como Alba Cuesta, el nuevo tramo supone cambiar el coche por la bicicleta para bajar a Mera a tomar el vermú. «Se llega en un momento, y a la vuelta, si tienes una con motorcito para ayudarte a subir la pendiente, llegas en nada». Desde que se abrió ya hizo varios viajes de ida y vuelta con las bicis, su marido y su hija.
Como en Arteixo, hay más proyectos en marcha para aumentar las rutas para peatones. En Oleiros, el plan de dragado de la ría supondrá la construcción de un nuevo tramo de 6,77 kilómetros que conecte con O Graxal. También afectará al paseo en el otro lado de la ría. El mítico de O Burgo, reconocible desde el aire, crecerá un kilómetro.
El Mandeo
De Oleiros, a los paseos fluviales que recorren la zona del río Mandeo. Pepe camina todos los días los seis kilómetros que separan Betanzos de la zona de Chelo. Es una de las 19 rutas de senderismo que componen el proyecto Mandeo.
Los tramos, de diferente dificultad, incluyen desde el paseo fluvial de O Carregal, de 1,1 kilómetros y diseñado para todos los públicos para realizar a última hora del día, hasta la Serra da Loba, para amantes de la bicicleta y con una longitud de 20,7 kilómetros. «Las rutas del Mandeo tienen una gran belleza y en unos días estarán aún más bonitas, cuando las hojas se pongan rojizas. Son la conexión perfecta entre la civilización y la naturaleza».
Aunque para este experto en senderismo, el hecho de que sean tantos trayectos perjudica su mantenimiento. «La de Chelo está bien señalizada, pero no todas son iguales», sostiene.
Un carril bici para «desfogar»
«Este es mi look para andar en bici: la sudadera de mi novio, el chubasquero por si llueve y el casco para protegerme y, también, para que no me multen». Raquel Vide baja con su bicicleta de montaña por la plaza de la Ría, al principio de O Burgo, en Culleredo. Allí empieza su ruta por este paseo, uno de los favoritos para las actividades al aire libre. «Llevo 20 años viviendo en Culleredo. Hubo un momento en el que me fui dos años a vivir a A Coruña, pero tuve que volver. Me gusta muchísimo más esto y tener este paseo al lado de casa para mí es vital», cuenta esta ourensana de nacimiento.
Su afición por la bici y por los recorridos sobre dos ruedas por el borde de la ría viene de lejos. Hace ocho años que no perdona, mínimo, un viaje semanal en bicicleta por este paseo con carril bici propio. «El tramo de O Burgo son 3,5 kilómetros. Normalmente lo que hago es hacer un par de vueltas». A veces tiene más tiempo y se explaya: «Si puedo me gusta continuar por el paseo circular del río Mero hasta la presa de Cecebre. Es una ruta muy bonita y, como hay menos gente, puedo desfogar e ir más rápido».
El año pasado se rompió la clavícula y tuvo que bajar el ritmo. «Antes iba todos los días, pero ahora tengo que controlarme más», explica. Le encanta bajar sola, desconectar. «Antes iba siempre con mi hermana, pero como se mudó ya me acostumbré».
Los inconvenientes
La lucha peatón-ciclista es una realidad. También en el paseo de O Burgo. Como comenta esta amante de la bici, «aunque el paseo es para el disfrute general y hay espacio para todos, los límites no siempre están claros». Esta semana en Oleiros colocaban carteles en el paseo de Santa Cristina para marcar la prioridad de los peatones frente a los ciclistas en caso de duda.
En O Burgo, Vide asegura que, a determinadas horas y los días en los que hay más afluencia de gente, «es habitual encontrarte algún carrito de bebé en el medio del carril bici». «Es una cuestión de educación, si todos vamos con cuidado no debería pasar nada», asegura.
Una apuesta por el turismo sostenible
Los dos llevan el senderismo en el ADN. Irene Valverde nació casi con una mochila a cuestas y un bastón en la espalda. Stefano Andreatta, algo parecido, pero viene de más lejos, del norte de Italia. Los dos pasaron parte de sus vidas caminando y, desde hace algunos meses, también se dedican a ayudar a todo el que quiera a descubrir la naturaleza a través de sus caminos.
Con base en Betanzos, organizan rutas de senderismo para todo el que desee salir de la rutina y echarse a andar. «Uno de los recorridos más bonitos es el del paseo fluvial de 14 kilómetros que va desde la presa de Cecebre hasta Cambre», asegura Valverde justo desde este punto. Esa ruta sin asfaltar, con letreros de madera y en la que se encuentra a gente que se saluda al pasar, está entre las favoritas de estos dos guías de senderismo. «Es uno de los paseos más fáciles y accesibles para todo el mundo en la comarca. Se puede hacer entero o por tramos, y es muy popular entre los ciclistas», añade Irene.
Los dos creen en el senderismo como otra forma de hacer turismo, pero más sostenible. «Creo que tiene muchos beneficios. Primero, no contamina, porque no necesitas nada para caminar. Después, ayudas a que las personas se apeguen más a su tierra, la cuiden más y la protejan más», cuenta convencida.
Tanto Valverde como Andreatta ven cada fin de semana cómo vecinos del área se sorprenden al ver, caminando, los paisajes que hay escondidos al lado de su casa. «Es lo que más repiten siempre después de hacer las rutas: que cómo es posible que hayan crecido en un sitio y no conozcan esos lugares, que tuviesen esa maravilla de paisajes al lado de casa y no supiesen de su existencia», apunta Irene.
Nuevas rutas
Entre sus clientes, aseguran que hay de todo, «desde jóvenes de 25 años hasta senderistas de 65». «Lo importante no es la edad, sino la voluntad y las ganas de conocer», explica Irene. Bajo el nombre de Transitum Natura, esperan poder ampliar su catálogo de rutas. Tanto, que ya planean viajes a la tierra de Stefano, en el norte de Italia. «Sería bonito ofrecer a los vecinos del área la posibilidad de practicar senderismo por los Alpes italianos», dice.