De camino al embalse, tres áreas acompasaron el recorrido. La primera, punteada por cabañas, surgió de una choza de ramas que construyó hace tiempo Nico Bouzas, estudante del IES de Viós, y que el equipo de Vermeled decidió incorporar. «Foi emocionante cando a descubrimos no medio dun bosque polo que pasa un pequeno regato, despois de cruzar unha minúscula ponte de madeira», recuerda Xosé Suárez, que destaca «o enorme talento», «o traballo verdadeiramente incrible» que llevaron adelante los chavales. El proceso creativo que se abrió, recogido por la pandilla de Nico en la cuenta de Instagram @cabana_c545, produjo nuevas cabañas y, ayudados por su profesor de Tecnoloxía, Manuel Naveira, los artefactos y la instalación con los que iluminaron la zona al paso de los caminantes.
Más adelante atravesaron, bajo un intenso aguacero, un bosque autóctono, alumbrado puntualmente por instalaciones de luz diseñadas a partir de elementos geométricos, minimalistas y dispuestos con un ritmo repetitivo que «produce situacións distintas e fai que o que cambie é o bosque», explican los autores. Y superada esta fraga, a 1,5 kilómetros de la salida, la procesión alcanzó el último lugar significado, el borde del embalse, señalado con dos instalaciones interactivas de Vanesa Castro e Iñaki López, Dio3stu, integradas por un arpa eólica tañida por el viento y un pastor táctil a la manera de los cables eléctricos que evitan la huida del ganado de los pastos, pero que en este caso emite sonidos en lugar de descargas. En el centro de la lámina de agua de Beche, cerrando la actuación, una pirámide de luz.