Un pompón subacuático y de fuerte relincho

Antonio Sandoval Rey

ABEGONDO

antonio sandoval

El zampullín común se alimenta bajo la superficie de rías y embalses

20 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

DÓNDE OBSERVARLO

Es fácil encontrar zampullines en los embalses de Meicende y Abegondo-Cecebre. También en la ría de O Burgo, más concretamente en la laguna del puente de madera.

CÓMO OBSERVARLO

Hay que buscar con prismáticos en la superficie lo que parecen pequeños patitos oscuros. Si de repente parece que se los traga el agua, esos son.

Se ha dado cuenta de que lo observo. ¡Inmersión! Desaparece bajo la superficie como un submarino diminuto. Emerge un poco más lejos, vigilándome con sus ojos oscuros llenos de recelo. Yo, por si cuela, disimulo aparentando interés en la magnitud de las chimeneas de la refinería. No se fía. Regresa al fondo y sale de nuevo aún más allá. Me muestra su popa mientras se sigue alejando, ahora sin zambullirse, de modo que cuando agacha la cabeza para picotear algo en la lámina de agua, se transforma en algo parecido a un pompón arrancado de un gorro de lana y arrastrado hasta este embalse de Meicende por el viento.

Es tan pequeño que no estaría incómodo posado en la palma de mi mano. Salvo porque su mundo es el agua. Jamás se posa en tierra si puede evitarlo. Y si no lo necesita, no levanta el vuelo. La comparación con un submarino resulta en su caso bastante exacta. A veces solo asoma de la superficie su cabeza, en forma de periscopio emplumado. Sus propulsores son unas patas casi tal largas como el resto de su cuerpo.

Dentro de un mes los zampullines comunes ya estarán pensando en dónde criarán este año: aquí, en el embalse de Sabón o más lejos. Elegirán masas de agua dulce con orillas bien vegetadas a las que puedan anclar sus nidos flotantes. Hasta entonces, les irán naciendo nuevas plumas de vivo color cobre en el cuello y las mejillas. Cuando hayan elegido lo que convertirán en su hogar familiar, comenzarán los relinchos.

Son aves de espíritu vivo. Y cuando se enamoran, más. La pareja se sitúa cara a cara y emiten un relincho que suena a caballo lejano. Cuando presencio esos encuentros suelo recordar aquel clásico de la música llanera venezolana: «Cuando el amor llega así de esta manera...». Si entonces, o más adelante, aparece por allí otro zampullín en busca de territorio o compañía, le dejarán claro que no es bien recibido mediante voces y persecuciones al galope sobre la acuática pampa. Un mes después de haber construido el nido entre ambos progenitores, los pollos, habitualmente cuatro, rompen el cascarón. Aprenden pronto a nadar, pero prefieren subirse a la espalda de uno de sus mayores, como quien sale a pasear en lancha.

Por el momento, aún queda para la primavera. En enero los zampullines todavía permanecen reunidos en grupos de diferente tamaño según las dimensiones de su refugio invernal. Aquí en Meicende hay unos pocos. En Sabón, y sobre todo en el embalse de Abegondo-Cecebre son muchos más. También hay unos cuantos en la ría de O Burgo.

Me siento en la orilla a esperar que regrese. Me da a mí que por esta zona del embalse tiene localizados buenos bocados: insectos acuáticos, alevines... Me mira como si valorase la confianza que merezco. ¿Será un jovenzuelo o acumulará ya años de experiencia? Los suyos no suelen llegar a los veinte. Otra vez la canción: «El potro da tiempo al tiempo porque le sobra la edad, caballo viejo no puede perder la flor que le dan». Sea como sea, le deseo suerte en primavera.