Ángela Fernández, el templo de los masajes Kobido en A Coruña

Patricia García Lema
Patricia García A CORUÑA

A LA ÚLTIMA

Ángela da nombre a su centro de belleza integral de la plaza de Pontevedra, donde realiza tratamientos corporales y para el rostro con cosmética eco y natural, entre ellos, una técnica milenaria de masaje facial

11 nov 2021 . Actualizado a las 23:35 h.

Kobido significa en japonés «antiguo camino a la belleza». Es el nombre que recibe la técnica de masaje facial que se creó en Japón en 1472 y está considerado el mejor lifting natural de la piel. Ángela Fernández se especializó en esta técnica y ha convertido la plaza de Pontevedra en el templo de este masaje milenario. «Es un masaje muy antiguo y difícil de encontrar. Es un masaje sutil, pero en el que se adquiere mucha velocidad en las maniobras. Llega un momento en el que la persona que lo está recibiendo ya no es capaz de seguir los movimientos y consigue desconectar. Sirve para tonificar la musculatura facial, para eliminar impurezas y para dar luminosidad». Esta técnica forma parte de los tratamientos que Ángela Fernández ofrece en el centro de belleza integral que inauguró hace poco más de un mes en el número 14 de la plaza de Pontevedra. «Es un lugar en el que apuesto por una belleza natural, sin artificios», cuenta.

Ella empezó en el mundo de la estética hace más de 15 años. Trabajó en cabinas de centros de belleza y también en el mundo de la perfumería. «Cuando dejé el trabajo en cabina para trabajar en perfumería acabé echándolo de menos, tenía ganas de volver». En todos estos años se fue formando en diferentes técnicas, desde el masaje Kobido a la aromaterapia. Su primer contacto con la cosmética natural fue en el 2011. «Creo que es una corriente, la de usar productos naturales, que va a ir en aumento. Igual que miramos y cuidamos lo que comemos también lo hacemos con los productos con los que alimentamos la piel». Otra de sus especialidades es el tratamiento LPG, «que es un tratamiento de remodelación corporal».

Cree que la pandemia hizo que mucha gente destinase más tiempo a su cuidado personal. «Muchas personas que no eran habituales de los centros de estética empezaron a visitarlos y a demandar tratamientos». «Lo más importante es que la gente disfrute de un buen rato y ofrecer un trato personalizado». Ángela, con sus manos y sus tratamientos, lo consigue: «La cabina es casi como un confesionario. La gente se desahoga en ese ratito».