El rey de las cuentas y los abalorios

Patricia García Lema
Patricia García A CORUÑA

A LA ÚLTIMA

José Mallo lleva desde hace 18 años vendiendo estas piezas para hacer collares, pulseras y complementos. En su tienda de las galerías de Ramón y Cajal tiene cerca de 6.000 referencias

18 jul 2020 . Actualizado a las 23:57 h.

Este coruñés hace más cuentas que Amancio Ortega. José Mallo lleva desde 2002 dedicado al mundo de los abalorios. «Soy diseñador. Hice dos entrevistas de trabajo y en la segunda me ofrecieron vender abalorios. Cuando vi esa maleta llena de cuentas diferentes supe que eso era lo que quería hacer». Hace 15 años montó una de las primeras tiendas de la ciudad especializada en la venta de este material que sirve para hacer pulseras, collares y todo tipo de complementos. Le puso el nombre de su madre, Abalorios Mayte, y desde hace unos años tiene su sede en las galerías de Ramón y Cajal. Dentro de la tienda hay más de 1.000 botes con bolitas diminutas de todos los colores posibles. «En total tenemos cerca de 6.000 referencias».

Entre los productos estrella de este paraíso de las cuentas de colores, las piezas de Swarovski: «Vuelven a estar de moda». Y otro tipo de bolita, muy pequeña, que se llama miyuki y que sirve para crear pulseras que parecen casi como un Lego con piezas de miniatura: «Se usa en el telar indio para hacer pulseras y gargantillas». José enseña una pulsera étnica llena de colores y perfecta para el verano mientras recalca la calidad de sus productos: «Todos están fabricados en Europa. Las tenazas, los hilos o el hilo de enfilar es alemán. La madera, por ejemplo, viene de Portugal. La gente nos conoce por la calidad».

El confinamiento puso de moda las manualidades, y mucha gente se aficionó a hacer sus propias pulseras y collares en casa. José asegura que la mitad de la clientela que lleva a su tienda lo hace para comprar material para crear sus propios complementos, como una afición: «Es una forma de entretenerse, como el punto de cruz, y es algo muy satisfactorio porque acabas pronto, al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, con la costura. En un día ya puedes hacer un montón de piezas y eso ayuda a la autoestima y relaja». Lleva parte de su vida dedicada al mundo de las manualidades. «Mi padre tuvo un almacén de lana». Después de casi 20 años rodeado de cuentas de colores, se declara apasionado del mundo de la confección, los botones y, sobre todo, de los abalorios. Se pasa horas haciendo cuentas y vendiendo bolitas diminutas para que otros puedan crear sus propias joyas. «Hace unos 15 años hubo un bum de los abalorios. Recuerdo las primeras tiendas especializadas solo en la venta de este material que abrieron en Madrid. Después se fue extendiendo por Asturias y Galicia». José lleva millones de bolitas a sus espaldas: además de la tienda, durante años trabajó haciendo kilómetros en el coche vendiendo los abalorios que llevaba en su maleta.