Las asociaciones vecinales constatan reuniones dispersas en calles y plazas junto a locales de hostelería, que generan suciedad y ruidos
07 sep 2025 . Actualizado a las 10:34 h.En este año 2025 se inició un proceso para actualizar la obsoleta ordenanza municipal de ruidos que había sido aprobada en el 2014. Se abordó tras la presión generada por las manifestaciones vecinales y multitud de sanciones a locales nocturnos. Se mantienen abiertos canales de diálogo entre hostelería, asociaciones de vecinos y el Ayuntamiento de A Coruña para reducir los problemas, pero el malestar por los ruidos y el botellón sigue latente.
Así, aunque están erradicadas las grandes concentraciones de personas para beber y socializar, antaño habituales en zonas como los jardines de Méndez Núñez o la plaza del Humor, los microbotellones se dispersan por algunos barrios de la ciudad.
Fernando Carrillo, presidente de la asociación de Os Rosales y de la recién creada Agrupación Coruñesa de Asociaciones Vecinales —que agrupa a zonas como Orzán-Pescadería, O Cruceiro, barrio de las Flores y Elviña—, incide en que «en lugar de un botellón grande, ahora hay numerosos botellones por las plazas, los soportales y también en la playa». Carrillo advierte que esta dispersión de grupos genera molestias significativas: «Ahora hay cientos de vecinos que tienen el botellón debajo de sus dormitorios hasta las cinco de la madrugada». Señala que muchos de estos encuentros «se adhieren a las terrazas de bares que permiten sacar la bebida al exterior», multiplicando el impacto sobre la convivencia.
Entre las zonas más afectadas apunta plazas y calles como María Auxiliadora, Fuente Luisa, los soportales de la calle Socorro, la Cormelana o El Africano, donde los minibotellones incluyen música procedente de móviles y, a menudo, de altavoces inalámbricos. Sobre la situación general en la ciudad, Carrillo es contundente: «El que diga que en A Coruña ya no existen botellones es que miente o no quiere enterarse», y destaca que la plaza de Pontevedra es un ejemplo de como algunos espacios amanecen en un estado lamentable. Reclaman mayor control y coordinación entre hostelería y autoridades para reducir el impacto de estos minibotellones y garantizar la convivencia en el barrio.
Distrito Uno: las terrazas, tras el problema
La presidenta de la asociación Distrito Uno, Beatriz Rodríguez, señala que «el problema se mezcla con la actividad hostelera» en el entorno del Teatro Rosalía de Castro. Según explica, «antes era un botellón libre, pero ahora parece como encubierto, porque claro, aquí está la hostelería por el medio».
Rodríguez indica que en invierno la chavalada se concentra en los soportales, pero subraya que la mayor molestia para los vecinos proviene de las terrazas, que «se extienden hasta las dos y media o cerca de las tres de la mañana», con clientes fumando y bebiendo en la calle, generando ruido y dificultades para el descanso.
Os Mallos: conflictos sociales ligados a un local
José L. Roble, secretario de la Asociación Veciñal Independiente Os Mallos, denuncia que «botellón hay todos los días en la ronda de Outeiro, hasta las tantas de la noche, con trapicheo, peleas, meadas y vomitonas en todos los rincones». Aunque también se detectan reuniones en el parque de Vioño, los vecinos señalan que la situación más grave se concentra en los portales 131 y 133 de la ronda de Outeiro por prácticas incívicas y conflictos ligados a un local próximo.
Atochas-Monte Alto: buena respuesta municipal
El presidente de la asociación vecinal Atochas-Monte Alto-Torre de Hércules, Xosé Vázquez, asegura que las molestias no son habituales en su barrio: «Danse despois de actuacións musicais cando a mocidade continúa a festa», explica. Vecinos de la plaza Juan Naya denuncian que se producen gritos y cánticos de madrugada, y que las bolsas y la suciedad se quedan acumuladas en las calles.
Pese a ello, destaca la actuación municipal en su distrito: «No transcurso do día seguinte, o servizo de limpeza fai o seu traballo e queda a cousa arranxada». Por el momento, la asociación vecinal no ha presentado una queja oficial al Concello por este motivo.
Gaiteira-Os Castros: actividades alternativas para los jóvenes
Según confirma Paulo Sexto, presidente de la asociación de vecinos Oza-Gaiteira-Os Castros, en los soportales del pabellón polideportivo de San Diego se juntan los chavales, así como en algunos tramos del paseo hacia la playa de Oza y en el parque Europa, donde también se detectan consumos esporádicos. Para erradicar estas prácticas, trabajan en alternativas para la juventud del barrio. «Estamos intentando crear un club juvenil propio y potenciar actividades de ocio saludable. La idea es que la gente joven encuentre aquí un espacio para reunirse, hacer actividades y recibir información útil, sin necesidad de recurrir al botellón», subraya Sexto.
«Estamos hablando con chavales del barrio y monitores, y estamos en contacto con el centro de información juvenil para que nos asesore en aspectos como formación, búsqueda de empleo y también con los colegios», añade.
San Pablo - Los Puentes: agresiones en las zonas infantiles
El presidente de la asociación de vecinos Plaza de Pontevedra - San Pablo - Paseo das Pontes, Fernando Rubín, confirma estos problemas de convivencia y seguridad. Asegura que en la plaza de San Pablo «existen agresiones de adolescentes no residentes a madres que llevan a sus hijos al parque infantil». Las quejas vecinales por restos de botellón se extienden al Paseo das Pontes y también al parque de Santa Margarita.
Os Rosales: cristales rotos, un peligro para los niños
En cuanto al barrio de Os Rosales, Carrillo indica que a veces se celebran botellones en los alrededores de la pista de skate y el pabellón polideportivo o bien cerca de la pirámide situada en la plaza Elíptica, donde se detectan cristales rotos de las botellas. Desde la entidad vecinal denuncian que esta situación «genera un peligro tanto para los niños como para los perros».
O Ventorrillo: molestias puntuales en el vecindario
En O Ventorrillo también se detectan restos de consumo de alcohol en la vía pública, aunque solo de forma esporádica y por grupos reducidos de personas. Según José Ángel Souto, presidente de la asociación de vecinos, las zonas más habituales son el entorno de la plaza Salvador de Madariaga y la plaza del Centro Comercial Ventorrillo. «No causan grandes problemas, más allá de algo de suciedad y puntualmente en algún caso, unas voces elevadas que puedan molestar». En estos casos, los propios vecinos avisan a la policía y suele solventarse sin incidentes.
Cidade Vella: próxima reunión para abordar el tema
La Cidade Vella ha logrado reducir casi por completo la presencia de botellón, aunque persisten algunos grupos aislados de jóvenes que consumen bebidas junto a locales de hostelería, principalmente en la calle Zapatería y la plaza de Azcárraga.
Leonardo Méndez, presidente de la asociación de vecinos Ciudad Vieja-María Pita, advierte que estos encuentros puntuales generan suciedad en las calles, con botellas, vasos y restos de comida que aparecen a la mañana siguiente. Y añade: «Hay locales que permiten el consumo de bebidas en el exterior fuera de la zona de terraza, y eso también genera suciedad».
A pesar de ello, destaca que «la locura que existía en la plaza de Azcárraga y zonas aledañas a la Colegiata ha quedado para la historia» y que, en general, el ocio convive de manera sana con los vecinos.
En todo caso, la asociación ha anunciado que este mismo mes de septiembre convocará una reunión vecinal para tratar posibles molestias derivadas del ocio y el ruido nocturno.
Un fenómeno nacido en las playas del Orzán y Riazor en el 2000 que arrasó los jardines de Méndez Núñez
La problemática del botellón en A Coruña se remonta al otoño de 2000, cuando comenzó a registrarse en las playas y soportales cercanos, generando molestias a los vecinos debido al ruido y la suciedad. Con el tiempo, se trasladó a espacios como la plaza del Humor y Santa Catalina, afectando la convivencia ciudadana. Para erradicar esta práctica o, por lo menos, para reducir su incidencia, sucesivos gobiernos locales fueron implementando varias medidas a lo largo de los años, respaldadas por otras de ámbito autonómico.
El objetivo era prevenir el consumo de alcohol en menores y regular también las conductas y espacios asociados a esta práctica. Se pretendía conciliar el derecho de los vecinos al descanso con el de los jóvenes a divertirse, así como proteger el espacio público urbano.
Así, en junio del 2008, el gobierno local aprobó la Ordenanza de Convivencia y Ocio en el Espacio Público, con el objetivo de regular el uso de los espacios públicos por los vecinos, evitando una utilización abusiva y excluyente que perturbase la normal convivencia ciudadana. La ordenanza establecía sanciones para quienes participaran en botellones y perturbaran la convivencia ciudadana, con multas que podían llegar hasta los 3.000 euros. Además, contemplaba la posibilidad de sustituir el pago de las multas por la realización de trabajos y actividades en beneficio de la comunidad.
Por su parte, la ley autonómica del 2010 de prevención de consumo de bebidas alcohólicas en menores de edad establecía ya restricciones claras sobre la venta, suministro y consumo, prohibiendo expresamente le entrega de bienes o servicios relacionadas con su ingesta a menores de edad, así como la publicidad dirigida a este grupo de población. También se limitaba la venta de alcohol entre las 22.00 y las 09.00 horas del día siguiente.
Además, en enero del 2020, el Concello de A Coruña aprobó la declaración de los Jardines de Méndez Núñez como Zona de Especial Protección (ZEP). Esta medida, que también se extendería a otras zonas afectadas como la plaza del Humor o Santa Catalina, tenía como objetivo poner fin a la práctica del botellón en esa área, protegiendo los espacios públicos y velando por la salud pública. A partir de esa fecha, se colocaron carteles informativos en la zona para recordar que no se podía consumir alcohol desde el inicio de los jardines, enfrente de la Delegación del Gobierno, hasta el palco de la música. A pesar de estas medidas, el botellón persistió en áreas como Méndez Núñez, donde se registraron hasta 2.000 kilos de residuos tras cada evento.
En el 2020, el Concello también intensificó los esfuerzos para erradicar el botellón en los jardines de Méndez Núñez mediante la implementación de un dispositivo policial que implicó la participación de hasta 30 agentes. A día de hoy, se puede considerar erradicado el macrobotellón. Y, de hecho, la mayor parte de la ciudad está libre de esta práctica, tan solo persistiendo de manera constante en la zona del Orzán. De hecho, aunque este ámbito fue el primero en ser declarado como Zona Acústicamente Saturada (ZAS) en el 2007 (inicialmente con 22 calles) el problema se mantiene. El presidente de la asociación de vecinos de Orzán y Pescadería, José Luis Méndez, indica que .....
LAS PRINCIPALES MEDIDAS
1 Zonas Acústicamente Saturadas (2007). La primera fue el Orzán, donde el descanso nocturno debido al ruido era imposible.
2 Ordenanza de convivencia y ocio (2008). El gobierno local de A Coruña aprobó la medida para evitar los problemas de ruidos, con multas de hasta 3.000 euros.
3 Ley autonómica de prevención del consumo de alcohol (2010). Le medida restringe el acceso de los menores de edad al alcohol, los servicios asociados a este así como la publicidad.
4 Zonas de especial protección (ZEP), 2020. El objetivo era preservar el patrimonio de la ciudad. El primero fue Méndez Núñez.
La transformación del botellón
Hace pocos años el botellón era un importante problema social. Quejas de los vecinos, ruidos, suciedad, peleas, accidentes de tráfico e incremento de la preocupación de los padres, llevaron a tomar medidas para su erradicación. Restricciones, bandos municipales, cierre o vallado de parques y jardines por la noche, mayor control policial, identificación de menores bebiendo en la calle, multas, etc., lograron eliminar los grandes botellones y parte del fenómeno. Hoy es esporádico, aunque se sigue haciendo en alguna celebración anual, o en grupos pequeños en lugares menos concurridos para pasar desapercibidos. También lo han desplazado, como microbotellones, cerca del recinto de los bares, y el incremento de fiestas en pisos con consumo de alcohol, pero con menor nivel de intensidad de consumo.
Hay conductas difíciles de eliminar, pero se pueden reducir. Es importante desnormalizar el consumo de alcohol. Éste acarrea problemas, sobre todo en los más jóvenes, y hay que evitar que acaben con un consumo excesivo de alcohol. De ahí la necesaria potenciación en ellos de hábitos saludables. Si los aprenden los mantendrán el resto de su vida. La obligación de todos, y la de los responsables públicos, es que los jóvenes crezcan en un ambiente saludable, libre de tóxicos.
Conocer el problema, con sus transformaciones, incrementar la conciencia social de los efectos negativos del alcohol en menores, educación sanitaria, restricción de la publicidad dirigida a ellos, programas preventivos eficaces en la escuela y, sobre todo, leyes y normas restrictivas para que no puedan acceder al alcohol, ni consumirlo, son claves para su control y erradicación.
Por Elisardo Becoña, catedrático de Psicología Clínica en la USC