
Los alumnos de Química e Saúde Ambiental del CIFP Ánxel Casal desarrollaron este proyecto de campo y de laboratorio
27 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Los alumnos de Química e Saúde Ambiental del CIFP Ánxel Casal, en el barrio de Monte Alto, tuvieron la oportunidad única de sumergirse en un proyecto de investigación y aprendizaje de los que dejan huella. De los que hacen querer acudir a clase para zambullirse en el trabajo de campo y romper la monotonía del pupitre. A lo largo de los últimos meses, han estado plenamente absortos en la medición de la calidad del aire en varias zonas de la ciudad.
Tiene este proceso su mucho de ciencia (claro). El objetivo, más que conseguir unos datos que fueran representativos, era que los participantes aprendieran a dominar las técnicas de medición. Todo esto conllevó empeño y, sobre todo, pedagogía por parte de la docencia.
Cristal Romero es una de las profesoras que estuvo detrás de este proyecto. «La idea surgió a raíz de un curso de formación que ofreció la consellería de Medio Ambiente en la que se explicaba todo el método que luego aplicamos en el aula. Fue una manera de trabajar y aprender de otra forma con el alumnado a través de la practica y contacto con el medio natural».
Medición indirecta
Cabe puntualizar que el método empleado en el proyecto no es una medición que se aplique directamente sobre el aire, sino que es una medición indirecta. «Una forma de medir la calidad del aire es a través de bioindicadores ambientales, que son organismos vivos que, o bien modifican su aspecto al contacto con la contaminación, o bien desaparecen. Uno de esos organismos son los líquenes y otro es una especie de musgo que tratamos en el laboratorio», explica Romero.
Precisamente esta vía para recoger los datos, al tanto actividad de campo como de laboratorio, era especialmente interesante para añadir al currículo del curso y conseguir mayor implicación del alumnado. «Más que en el resultado, el foco estaba en el proceso de aprendizaje. Es una forma de obtener conocimientos de una manera más activa y dinámica». «Lo que los bioindicadores nos permiten saber es en qué categoría de calidad se encuentra un punto concreto de la ciudad», prosigue Romero.
Después de hacer esta labor, que consistió en desplegar estos bioindicadores para dejarlos expuestos al aire durante un período de un mes y medio para después recogerlos y analizarlos, se compararon los valores obtenidos con el índice de calidad del aire, que es la medición oficial elaborada por las agencias gubernamentales. «Hay que recalcar que la correlación entre los datos oficiales y lo obtenido por nosotros no es exacta, porque nosotros obtuvimos una valoración cualitativa, no cuantitativa», recalca.
Tres metales pesados para determinar la contaminación
La medición de los alumnos del CIFP Ánxel Casal incluyó resultados de exposición a tres metales pesados relacionados con contaminación ambiental; cadmio, plomo y cobre. Según el cómputo final del ejercicio, se observó que zonas como la plaza de Vigo mostraban una elevada concentración de cadmio y de cobre y que el entorno de la calle del Orzán y la Estrecha de San Andrés despuntaban en presencia de plomo. No obstante, estos datos pueden ser alterados por las obras activas en estas áreas.