El jefe de Neurorradiología, José Luis Díaz, defiende el uso de las trombectomías para minimizar las secuelas y favorecer la recuperación de los pacientes
29 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Nadie está libre de sufrir un ictus. En cualquier momento alguno de los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro puede romperse o quedar taponado sin previo aviso. El reloj empieza a contar y la velocidad de reacción resulta crucial tanto para evitar el fallecimiento de la persona —de los 120.000 nuevos casos de ictus que se registran cada año en España, 27.000 terminan en muerte— como para intentar que sus secuelas sean mínimas. «El tiempo es cerebro. Más allá de dos minutos sin oxígeno, las células cerebrales empiezan a caer. La rapidez es primordial. Antes de que se cumplan veinte minutos en la sala de neuroangiografía se personarán los anestesistas, personal de enfermería y el neurorradiólogo para poder iniciar, en los casos indicados, una trombectomía mecánica para recanalizar la circulación cerebral», explica Jose Luis Díaz Valiño, jefe de Neurorradiología del Chuac, un servicio que está de guardia durante las 24 horas del día los 365 días del año.
El Chuac se convirtió en julio del 2016 en uno de los centros de referencia junto al Chuvi (Vigo) y al CHUS (Santiago) para la realización de trombectomías al contar con las unidades propias para el tratamiento de los ictus. «Lo primero es identificar a través de un TAC el tejido cerebral irreversiblemente perdido, el que es viable, el que se puede rescatar y la localización de la arteria cerebral trombosada. Después, a través de un cateterismo accedemos al punto donde se encuentra la arteria trombosada y se extrae el trombo aspirándolo, capturándolo con una malla (stent) o con una combinación de ambas técnicas», esgrime sobre la técnica. Durante el año pasado, desde el hospital coruñés se activó el código ictus por la sospecha de un accidente cerebrovascular agudo en 900 ocasiones. Un total de 250 pacientes fueron tratados y, de ellos, 177 fueron trombectomías, lo que se traduce en un 70 %. El resto se trataron a través de tratamientos intravenosos con medicamentos antitrombogénicos. Al ser el Chuac el centro de referencia, los pacientes no solo llegaron desde A Coruña y su área, sino también de Ferrol (26), Lugo (25), Cee (8), Burela (6) y Monforte (6).
Beneficios superiores
El especialista esgrime que «si el trombo es accesible, todos los estudios y ensayos señalan que el beneficio siempre es superior con la extracción que con el tratamiento médico», si bien matiza que para valorar los resultados habrá que «analizar la independencia del paciente con las secuelas a tres meses vista». «En muchas ocasiones la recuperación es inmediata y se puede apreciar ya en el propio quirófano, pero lo más habitual es que la mejoría la veamos pasadas unas horas o incluso tras días en la unidad de ictus», añade.
Dado el éxito de las trombectomías, el plan pasa por poder llevar a cabo este tipo de intervenciones en otras ciudades sin necesidad de trasladar al paciente o a los equipos médicos. El papel de los neurorradiólogos resulta fundamental para poder convertirlo en realidad. «Hay pocos compañeros con la titulación, pero podríamos dar formación y apoyar a los radiólogos intervencionistas para poder actuar en aquellos casos que no sean especialmente complejos. Cuanta mayor experiencia y más intervenciones a sus espaldas, mayor garantía de seguridad y éxito en las intervenciones», concluye.