La propietaria de Handicap Cero repasa la trayectoria de las tiendas de moda que se remonta a la aventura cubana de su abuelo
20 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Charlamos en el Gastrobar Pérez, justo enfrente de su tienda, todo un referente del comercio coruñés. «Lo que más me gusta es el asesoramiento con honestidad. Si no te queda bien, no te vendo la prenda. Nos encanta ver guapos a nuestros clientes», comenta Beatriz Romeo Martínez, que siempre suele apuntar que su apellido es Romeo, como el de Julieta, para que no le añadan un erre de más. No deja de sonreír y de hablar. Es como si tuviese en la cabeza todo lo que no quiere olvidarse de contarme. Tiene 48 años y lleva desde el 2008 al frente del negocio familiar, que siempre destacó por ofrecer prendas de marcas de alto nivel. «En estos últimos años la tienda se ha rejuvenecido. Vendemos al padre, al hijo y al nieto. Un chico de 20 años puede utilizar algo de Dsquared2. Apostamos por marcas de calidad, de las que duran toda la vida, pero seleccionamos muy bien las colecciones y hay un abanico de precios amplio. Hay ropa, calzado y complementos, algo más de hombre que de mujer, y hemos ido aumentado la parte de calzado. Mucha gente me dice que todavía tiene como el primer día chaquetas de hace 20 años de la marca Vicente Romeo», asegura mientras da un sorbo al café y no deja de mirarme con sus atractivos y algo rasgados ojos.
La historia familiar
Su abuelo ya trabajaba en el sector de la moda en Cuba, sus padres se dedicaron en un principio al sector de la alta costura en París. «En 1975, hace casi 50 años, abrieron su primera tienda Set-Bol en la calle Barcelona. Traían las mejores marcas para A Coruña. Decidieron crear su propia marca, Vicente Romeo, y vendían en tiendas propias y en establecimientos multimarca. Estuvimos presentes en 16 países y con una filial en París en la Rue de Castiglione y también en los almacenes Lafayette», relata con satisfacción y orgullo. La fábrica que tenían en Oleiros de 3.000 metros cuadrados sigue siendo suya y la tienen alquilada. En 1999 abrieron el primer Handicap Cero (tenis y golf son los deportes familiares) y en el 2003 se trasladaron a la ubicación actual de Payo Gómez. «Cuando mis padres se jubilaron, me hice cargo de un negocio que conozco de siempre. La moda es lo mío. En verano me mandaban a París a casa de una amiga americana. Con 10 años iba a desfiles de Chanel o Dior y hacía fotos con una cámara desechable. Todavía las conservo. Me encantaba una modelo que se llama Sonia Cole», recuerda mientras busca en el móvil imágenes de aquella belleza. De París solo guarda un mal recuerdo, las zanahorias crudas que le obligaban a comer.
Perfeccionista y positiva
Su vicio confesable es «buen jamón, una tabla de quesos, tomate de la huerta y todo acompañado por un buen vino y unos amigos. Soy muy amiga de mis amigos», añade. Familiar, positiva, agradecida con la vida, perfeccionista... encajan con la personalidad de Bea Romeo, que luce un aspecto precioso en nuestro encuentro. «Visto siempre con la ropa y el calzado de mi tienda. Tengo que dar imagen. Cada temporada preparamos looks a nuestros clientes. Buscamos que estén a la altura vayan al tipo de acto que vayan. Siento pasión por lo que hacemos», destaca. Dice que se llevan los colores café, gris, verde, granate y rojo y prendas como las capas y los pantalones con doble pinza. Cuando las luces de Handicap Cero se apagan, esta aficionada al golf alejada del hándicap que da nombre al negocio, se acerca al paseo marítimo para caminar cerca del mar. Escucha música e iría a conciertos de U2 o Vetusta Morla y tiene las entradas para el del Bryan Adams en el Coliseo el mes que viene. En la mesilla de noche hay revistas de moda y el libro Imposible es nada sobre la vida de Diego González Rivas. Se le ilumina la cara cuando habla de su padre, que la encaminó en este sector, o de su hermano. Acabamos de tomar el café y sigue sonriendo.