Gallinita ciega

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Esas cosas normales que hacen los niños y que han dejado de parecernos normales

22 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En estos tiempos en los que solo nos fijamos en los bebés que llevan el móvil en la mano, o en los que levantamos las cejas cuando alguien nos dice que su retoño de seis años es campeón de Fortnite, te das de bruces con una de juego tradicional y no das crédito. El lunes, día de descanso en muchos colegios, con la lluvia dando una de sus pequeñas treguas a mediodía, delante de la iglesia de San Pablo un grupo de niños jugaba a la gallinita ciega. Una cría, con los ojos tapados con algo amarillo, avanzaba con los brazos extendidos, tratando de pillar a sus amigos. Uno de ellos, subido en un banco, gritaba «¡estoy aquí, estoy aquí!», entre las risas de los demás. Guiada por la voz, la niña caminaba hacia el banco sin atrapar al cativo. Se reían y corrían entre los bancos y las palmeras.

Qué juego tan simple. Qué eficaz. Tanto tiempo sin verlo en directo que merece un titular. En los columpios, llenos gracias al día de descanso, los niños bajaban por el tobogán, corrían de un lado a otro, se columpiaban. Esas cosas normales que hacen los niños y que han dejado de parecernos normales. A los padres que estamos sentados en el parque mientras los críos juegan, y que si no estamos haciendo que socializamos con el resto de los adultos, tenemos la cabeza gacha sobre el móvil. Igual estamos leyendo noticias acerca de la sobreexposición de los retacos a las pantallas, con un ojo vigilando que la criatura no se estrelle contra el suelo.

Mientras, ellos se las han apañado para aprender a jugar a la gallinita ciega, para enredar las cadenas del columpio y dejarse girar después a toda velocidad (¡quién pudiera volver a esa sensación!). ¿Lo habrán aprendido mientras escribimos titulares o hacemos scroll?