Javier Corredoira: «El presupuesto gratuito de una obra no debería existir»

Por Pablo Portabales A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El diseñador de interiores Javier Corredoira Jack, en su local de la calle Pardo Bazán de A Coruña
El diseñador de interiores Javier Corredoira Jack, en su local de la calle Pardo Bazán de A Coruña CÉSAR QUIAN

El actual dueño de Muebles Corredoira sigue al frente de un negocio que abrió su bisabuelo en 1904

19 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la cuarta generación de una familia dedicada a los muebles y a la decoración. «Mi bisabuelo empezó en 1904 en un local de mil metros cuadrados en San Andrés 20-22. Le dio continuidad mi abuelo y después mi padre, que se murió de un infarto muy joven, con 59 años. Yo llevaba tiempo trabajando con él, pero mantener un establecimiento tan grande era inviable», relata Javier Corredoira Jack. Charlamos en su bajo de la calle Emilia Pardo Bazán 38, donde se mantiene el negocio 120 años después. Ocupamos unas cómodas sillas-butacas y una mesa que tiene el cartel con el precio. «En realidad ya no es una tienda como tal. Tengo algunas cosas, pero nuestro trabajo es el diseño de interiores, las obras de reforma de pisos y casas. En la empresa estoy yo solo, pero tengo un equipo muy bueno de autónomos que trabaja fenomenal. Es una suerte porque hoy en día es muy difícil encontrar profesionales de calidad, gente que conozca al dedillo los oficios», asegura. Pensé que íbamos a hablar de decoración y acabamos dedicando la mayor parte del tiempo a tratar el tema de las obras. «Ser diseñador de interiores es algo más que poner una telita. Disfruto cuando el cliente me deja hacer, lo afrontas con más ganas. Pero hay personas que prefieren estar encima todo el rato. Llegas a hacer cosas que yo no haría, pero cada vez menos», analiza. 

Dibujo e informática

Tiene 58 años, «y los llevo bien», dos hijos de 36 y 22 que parece que no van a seguir con la tradición familiar de los muebles. «No lo parece, se dedican a otras cosas. También tengo un nieto de nueve meses que quién sabe si le gustará esto y dará continuidad a esta empresa de 120 años», apunta sonriente. Dice que no se cuida nada, que en su día montaba a caballo pero lo dejó por problemas en la espalda. Afirma que su deporte es no parar en todo el día en su finca y en su trabajo. Estudió en Santa María del Mar y después en otros centros. «Me gusta el dibujo, las matemáticas, la arquitectura, la informática. Estudié programación, pero llegó Windows y todo lo que había aprendido no valía para nada. Me di cuenta de que no me iba a quedar más remedio que estudiar toda la vida si quería dedicarme a la informática y empecé con mi padre en 1986», relata. Se le ve contento con su trabajo. «Me gusta diseñar cosas, que es lo que marca la diferencia de nuestras reformas. No sigo modas, aunque siempre hay unas tendencias, pero mis proyectos siempre son atemporales. Lo más complicado es la distribución, que los espacios estén bien determinados». 

El tiempo y el dinero

Seguimos charlando y abre un melón importante. «El presupuesto gratuito de una obra no debería existir. Si es gratis indica que no se hizo un estudio en condiciones de lo que hay que hacer. Es una práctica que no existe en otros lugares. Los presupuestos hay que mirarlos con lupa. A veces veo cosas que se les cobra a la gente que son exageradas. Si pagas porque te hagan un presupuesto vendrá con una memoria completa y te será fácil pedir otras opciones siguiendo esa información para poder decidir. Pasa igual con los plazos. He hecho obras en tiempo récord por exigencia del cliente que no volvería a hacer porque no quedan bien. Los plazos son los que son, para una vivienda tipo de cien metros entre tres y cuatro meses y si es una casa de quinientos, entre cinco y siete meses. Ahora no hay problemas con los materiales, pero la subida de precios fue criminal», analiza Corredoira. 

Casas «vividas»

Parece un hombre inquieto, pero asegura que «ya lo fui más, ahora me tomo las cosas con más calma» y dice no a trabajos «si veo que no soy capaz de abarcarlos». Le gusta comer en casa a mediodía con su mujer y se relaja con una buena película. La decoración de su casa es «a base de cosas heredadas, piezas antiguas y alguna actual. Me gustan las casas vividas, en las que no todo está impecable», confiesa.