Si no somos sentimentales en Navidad, ¿cuándo vamos a serlo?
13 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.No sé yo si Marie Kondo y los gurús de la vida simple y ordenada son de los que piden que les envuelvan los regalos en la tienda o si prefieren darle un toque personal con su propio papel y lacitos. Cada vez que me lanzan ese «¿se lo envuelvo para regalo?», una parte práctica me dice que sí, pero otra más sentimental se niega, pensando en una mañana de Reyes con paquetes personalizados, sin marcas ni nombres de tiendas, o reciclando telas y cintas de años anteriores. Telas, cintas y papeles que se han ido acumulando en un cajón desde enero, claro, porque Marie Kondo no vive en mi casa y no se aprendió de pequeña aquello de que «el que guarda siempre tiene».
Hay veces que gana la personalidad pragmática y fuguillas, sobre todo si el mes se va acabando y la lista de recados pendientes parece no tener fin. Pero esas veces en las que contesto que sí, me gusta ver cómo las manos expertas cortan la cantidad justa de papel, doblan con gracia y pegan perfectamente, o sacan un rollo viejuno de adhesivos con un «deseo que te guste» y lo colocan en una esquina. Es un ritual que habla del cuidado con el que el pequeño comercio, el de toda la vida, se toma esos detalles que hacen que nada tenga que ver con los gigantes digitales. Porque muchos de estos monstruos incluyen ahora una pestañita que permite que el paquete llegue también con su papel de regalo. ¿Pero qué gracia tiene? Es igual de frío que ese «no envolvemos para regalo, pero te meto un sobre en la bolsa». Habrá quien diga que el envoltorio no importa, que no dura nada, que da igual rasgar un papel escogido que uno impersonal. Qué le vamos a hacer. Si no somos sentimentales en Navidad, ¿cuándo vamos a serlo?