El drama de la droga en A Coruña: «Veía entrar en el narcopiso a hijos de amigos y eso me partía el alma»
A CORUÑA




Desalojan dos veces en tres días a los okupas de la calle Faro, en Monte Alto
08 nov 2023 . Actualizado a las 20:32 h.Era «escandaloso el ir y venir de chavales enganchados» en el entorno del número 8 de la calle Faro, dicen los vecinos. El bajo de ese inmueble fue okupado hace unos ocho meses y el pasado lunes el propietario lo recuperó. Eso creyó él. Porque por la mañana tapió la entrada, se fue a comer y por la tarde lo llamaron para decirle que alguien había hecho un agujero y el piso volvía a estar okupado. El nuevo allanamiento solo duró un día, porque ayer regresó la policía, alertada por el dueño de la vivienda, para echar de nuevo a los que había dentro. El operativo se llevó a cabo sobre las diez de la mañana y frente al portal aparcaron dos furgones de la Policía Nacional. Varios agentes se colaron por el hueco que habían hecho los usurpadores y pidieron a los que estaban dentro que se fueran.
Eran tres jóvenes que salieron sin rechistar. Con sus pertenencias en bolsas de plástico se perdieron calle abajo. Con el piso otra vez vacío, un operario procedió de nuevo a tapiarlo. Y eso llenó de felicidad a los vecinos de la zona.
Vía judicial
Este bajo, que estaba bajo la lupa policial desde hace tiempo y que traía de cabeza a los residentes de la zona, fue recuperado por la vía judicial. El propietario puso la correspondiente demanda cuando fue allanado en el mes de enero y el lunes se procedió al lanzamiento. Una comisión judicial, acompañada del abogado de la propiedad y escoltados por más de diez agentes de la Policía Nacional, se presentaron por la mañana temprano y se llevó a cabo el desalojo. Alguno de los que había dentro alzó la voz, pero guardó silencio pronto y acató las ordenes de los agentes.
Los okupas se esperaban un final así. De hecho, un vecino vio el pasado viernes a dos de ellos llevarse algunas cosas. Como un televisor que pertenecía a la vivienda.
El piso quedó completamente destrozado. Y lleno de basura. El narcopiso no conoció escoba ni fregona en los meses que estuvo allanado. Todo por el suelo y hasta por el techo. Antes de que fuera okupada, la vivienda había sido reformada por completo. Suelo de parqué y paredes pintadas de azul oscuro. Fue alquilado a un joven, pagó el primer mes y el segundo dejó de hacerlo.
Una vez desarticulado ese punto negro de venta de droga en el corazón de Monte Alto, a los vecinos se les cambió la cara. Una comerciante sacó su sonrisa cuando se le preguntó qué le parecía el desalojo. «No podíamos vivir así. Era escandaloso ver cómo chavales que podían ser nuestros hijos andaban locos por conseguir la dosis. Alguno es que ya se arrastraba el pobre», dijo una mujer.
Ese narcopiso llenó también al barrio de tristeza. El testimonio que dejó un hombre lo dice todo: «Veía entrar en el narcopiso a hijos de algún amigo y eso me partía el alma. Cómo iba a llamar a la policía. Son víctimas». Su amigo añade que «lo que sufrimos en los ochenta con la heroína se está volviendo a ver. No solo hay que cerrar narcopisos y meter a esos en la cárcel. También hay que luchar contra la droga y ayudar a los chavales».
«Un policía me dijo que uno de los que estaban dentro era de cuidado, terrorífico»
«Lo que sufrimos en los ochenta con la heroína se está volviendo a ver ahora en el barrio»
«Hasta niñas vinieron a comprar dosis» mientras la vivienda estaba siendo tapiada
El operario que se encargó ayer de poner ladrillo y cemento de nuevo en la puerta de la vivienda sintió «una gran amargura». Porque en el tiempo que estuvo allí se presentaron una decena de clientes habituales del narcopiso que al llegar se encontraban con un muro y no con la gente que les vendía. «Me preguntaban qué pasaba y cuando les contaba, se iban desesperados», dijo. Fue desconsolador para este hombre «ver a niñas o chicas que no llegarían a los 18 años. Tristísimo».
La gente del barrio comentaba lo que supuso convivir con un narcopiso por el que, según dicen, llegaban a pasar unas cienpersonas día y noche. Algunos en taxi. «Esto era terrible, era entrar y salir, entrar y salir continuamente», explicó una de las residentes en la zona.
Delincuente peligroso
Poco después de que se llevase a cabo el desalojo, otra mujer destacó que un policía le dijo que «uno de los que estaba dentro era de cuidado, ‘ese es terrorífico’», contaba la mujer, quien confesó: «Tenía miedo a que me entrasen en casa, incluso estando yo dentro. Que se vayan para lejos, por favor». Al parecer, la policía ya tenía vigilada la construcción y en el lugar se comentaba que esperaban encontrar dentro a otros dos delincuentes habituales, viejos conocidos de las fuerzas de seguridad.
En el barrio, la existencia de narcopisos inquieta a los residentes, que también comentaron que antes de okupar la vivienda de la calle Faro, los mismos individuos operaban desde otro edificio cercano, y que además tenían localizado un tercero en las inmediaciones del corazón de Monte Alto.