Crimen en A Coruña: Dudas y certezas sobre la muerte de Consuelo Palacios

Alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Marcos Míguez

La mujer de 87 años que mataron en Monte Alto recibió este martes sepultura rodeada de su familia, con muchas preguntas ante la falta de evidencias

10 may 2023 . Actualizado a las 16:38 h.

La coruñesa Consuelo Palacios Longueira apareció muerta el pasado viernes por la tarde en su piso de la calle Parque (Monte Alto) y poco ha trascendido de lo que allí pasó, más allá de que su cuerpo presentaba signos de violencia. A la espera del primer informe de la autopsia, los investigadores no sueltan prenda. Hay un secretismo absoluto alrededor del homicidio. Ni trascendió cómo acabaron con la vida de esta viuda de 87 años que vivía sola y no tenía hijos, ni, mucho menos quién pudo haber cometido semejante crimen contra una mujer indefensa y con problemas de movilidad. Los agentes pidieron a los vecinos que no hablasen con la prensa. Tampoco mantienen informada a la familia. El avance de las pesquisas permanece bajo un secreto absoluto. 

La víctima

Viuda de 87 años, sin hijos y con tres sobrinos. Consuelo Palacios era viuda de Ramón Borrazás, un matrimonio coruñés que siempre vivió en Monte Alto. Los últimos años, en el número 4 de la calle Parque, una vía de mucho ajetreo junto a la iglesia de Santo Tomás, una parroquia en la que la fallecida participaba en todas sus actividades. Ese era su círculo y en él dejó un profundo dolor porque Chelo, como la conocían, era muy querida y respetada. Por la gente de la iglesia y por sus vecinos. En cuanto a la familia, solo le quedaban tres sobrinos, con los que mantenía una estrecha relación. Pero la distancia impedía que se vieran como deseaban. Una sobrina nieta recordó este martes en su funeral que «Consuelo llamaba a mi padre casi todas las semanas. Hablaban un buen rato. Ella se encontraba bien, dentro de los achaques propios de la edad». Dice que la policía se puso en contacto con ellos para transmitirles que están «haciendo todo lo humanamente posible» para resolver el caso. «No nos han podido decir nada sobre cómo marcha la investigación, pues está bajo secreto de sumario», dice esa sobrina. «Cuando murió su esposo, mi tía quiso vivir sola», cuenta. 

La única persona que la visitaba casi a diario era una joven de nacionalidad rumana que ella misma había contratado para acompañarla a la compra y ayudarla con las tareas domésticas. 

El homicidio

Sus gritos alertaron a una vecina. Sobre las seis de la tarde del viernes pasado, la vecina del segundo piso del número 4 de la calle Parque escuchó unos gritos que procedían del primero, donde vivía sola Consuelo. Bajó a ver qué pasaba y se encontró la puerta abierta y el cuerpo de la mujer tendido en el suelo. Llamó a la Policía. Los agentes que llegaron solo pudieron confirmar que estaba sin vida, si bien a simple vista no presentaba signos que hicieran sospechar de un homicidio. En una primera inspección, ya se comprobó que la habían asesinado. Eso sí, la policía mantiene en secreto qué herida la llevó a la muerte. Si fue un golpe, una caída debido a un empujón o por asfixia. Tampoco trascendió el primer informe de la autopsia, que se le realizó este domingo. 

La escena

El piso ordenado y sin signo alguno de robo. Alrededor del cuerpo sin vida de Consuelo no había nada que hiciera sospechar que allí hubo una pelea. El resto de la vivienda estaba en orden. Todo en su sitio. Limpio y curioso, «como ella siempre tenía la casa», según cuenta una mujer que la trataba. 

La investigación

¿Conocía al autor? ¿Fue un intento fallido de robo? ¿La siguieron porque sabían que vivía sola? Son preguntas que todavía no tienen respuestas. La policía solo desvela que la investigación está en marcha y pronto se sabrá quién la mató, cómo y por qué. Por el momento, todo son incógnitas. Si la puerta estaba abierta y sin forzar, se supone que Consuelo la abrió. Pero no se sabe si conocía o no a la persona que llamó al timbre. También pudiera ser que la siguieran, conocedores de que vivía sola. Y que tras un golpe o un pequeño forcejeo, el ladrón se asustase al verla caer sin vida y emprendiese la huida. A todas esas dudas, se une la inexistencia de cámaras de vigilancia en los negocios de alrededor del portal. La familia de Consuelo confía ciegamente en la policía y dicen que pronto esperan resultados.