La humedad y el uso hostelero agravaron los daños de los murales de Lugrís de la calle Olmos

D. García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Cedida

Un informe municipal califica el estado de las 12 piezas entre malo y supercrítico y propone intervenir de modo urgente

18 abr 2023 . Actualizado a las 04:29 h.

El gobierno local inició el pasado fin de semana el procedimiento para la declaración como bien de interés cultural (BIC) de los 12 murales de Urbano Lugrís ubicados en el número 25 de la calle Olmos, en las paredes del local ocupado por los restaurantes Fornos, La Bottega y Brasa y Vino. Este proceso comienza tras la finalización de un informe municipal que incluye el estado de las piezas y propuestas de conservación.

La técnico del Ayuntamiento que realizó este estudio compara la situación actual con la que había comprobado en el 2017. «Las patologías que ahora se han agravado con respecto a esa fecha y que han acentuado las que ya tenían tienen que ver, sobre todo, con las condiciones termohigrométricas, con una aportación de agua fuera de lo habitual», además de «un incendio producido en una planta superior» y «por la naturaleza de los soportes y por el uso continuado del local como restaurante». Así, define el estado de un mural como supercrítico, dos de ellos como críticos, y el resto entre regular o malo y pésimo o muy malo.

El informe destaca aspectos como que la actividad hostelera desarrollada hasta hace algunos años fue perjudicial para las obras, incluso con el «cocinado de los platos directamente sobre la mesa de los comensales, acercando aún más los vapores y la grasa que esto conlleva a los murales». Además, recuerda que durante 59 años —hasta el 2011— estuvieron «bajo los efectos del humo del tabaco». Este último aspecto, unido a la humedad, provocó la «acidificación de la superficie pictórica», lo que termina formando escamas.

Una de las principales causas del mal estado de los murales son «los cambios de temperatura y humedad constantes en la zona interior en un largo período de tiempo», lo que es definido como «lo peor para la conservación de casi toda obra de arte». Estas variaciones responden a su carácter como local de uso público, con «mucha actividad de entrada y salida de gente y de puertas abiertas». Además, la proximidad del mar hace que «el vapor de agua y el viento traslada en sal a las pinturas». Por último, se hace referencia a la «contaminación lumínica» por una «utilización inadecuada de la luz».

Las causas anteriores eran todas de carácter externo, pero también las hay internas y se mencionan dos. Una de ellas es que los muros sobre los que están las obras fueron hechos con la técnica a secco y se detectan «problemas de adhesión» traducidos en que se «pierde la policromía» por problemas con el mortero. Además, se hace alusión a la utilización de aceite de ricino deshidratado en la película pictórica de los murales y se destaca «el resultado estético y la resistencia al paso de los años». «Si no se tratase de pinturas al aceite ya no quedaría nada de ellas en las condiciones en que han vivido hasta la actualidad», se añade. Sin embargo, en la película pictórica se encontraron «suciedad superficial, concreciones de insectos y de otra naturaleza como manchas y goterones de comida y líquidos». Las deformaciones en el muro de origen, las grietas y las figuras son otras de las cuestiones detectadas. 

Actuaciones

El gobierno dirigido por Inés Rey inició el proceso para su declaración como BIC tras la conclusión de este informe, en el que se proponen intervenciones de carácter urgente para las piezas. Estas incluyen fijaciones, consolidaciones, tomas de muestras, refuerzo de grietas, fabricación de soportes y capas de protección, entre otras. Se estima que se necesitarán cuatro meses para evitar que se agraven los daños con estas medidas, pero también se plantea, a medio plazo, su puesta en valor, para la que se apuesta por mantener la misma ubicación.