Una comunidad en A Coruña: «Querían que el ascensor pasara por el medio de la habitación matrimonial»

Alberto Mahía / M. Carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MIGUEL MIRAMONTES

Los vecinos llevan cuatro años presentando proyectos en Urbanismo para instalar un elevador

04 nov 2023 . Actualizado a las 13:51 h.

El número 32 de la calle Agra do Orzán es un edificio de cinco plantas y muy estrecho. Cuenta con el espacio suficiente para que en él vivan cómodas diez familias y los buzones. Nada más. Lo que supone un problema, pues no hay un hueco en el que poder instalar un ascensor y eso es lo peor que puede pasar en un inmueble donde la mayoría de los residentes pasan de los ochenta años.

Se llevan de cine y acordaron poner en manos de la más joven la complicada tarea de buscar una solución. Esta mujer se comprometió y hace cuatro comenzó el papeleo. «Aunque sea lo último que haga en mi vida, tendremos ascensor», dice. En ese tiempo presentó hasta cuatro proyectos. Los tres primeros se los tumbaron. Ahora están a la espera de que el Ayuntamiento les apruebe uno nuevo después de que Urbanismo les informase de que la única posibilidad de tener elevador sería que este pasara por la habitación matrimonial.

Esto es «una locura». «¿Cómo se le puede ocurrir a alguien proponer un proyecto que consista en pasar el ascensor por la mitad de la habitación matrimonial?», se pregunta Sara. «Si nuestros pisos fueran de 180 metros cuadrados, aún se podía contemplar, pero las viviendas son pequeñas, con dos estancias. Lo que supondría quedarnos sin una», añade. Los vecinos se niegan en rotundo a quedarse sin dormitorio principal. Otra de las soluciones que se les puso sobre la mesa es la de llevarlo por el patio de luces. Pero este también choca con las características del edificio, ya que el elevador dejaría las cocinas a ciegas, sin ventana.

El asunto no es fácil. Los vecinos lo saben. Así que tienen la esperanza de que Urbanismo le dé el espaldarazo que necesitan. Eso sí, entienden que la obra será más complicada, pues se trata de desplazar las escaleras hasta el patio de luces. Una obra de gran envergadura, pero es la única posible, dicen. 

Octogenarios en forma

Sara Peteiro tiene 88 años y vive junto a su esposo en uno de los primeros. «No sabe las ganas que tengo de tener un ascensor. Por el momento no tengo problemas de movilidad, pero puedo llegar a tenerlos. Tanto yo como mis vecinos», dice una mujer a la que nadie echa los años que tiene.

Este edificio fue construido durante el salvaje urbanismo del siglo pasado, cuando en el Agra se dejó hacer y deshacer al antojo de cualquier promotor. Primero se levantaba cemento y alrededor se pintaban las calles. Así que como este inmueble, a su alrededor hay decenas en la misma situación.

Y cada uno es un mundo. Cuando se levantaron los edificios en este barrio, como en muchos otros, ni se pensó en instalar un ascensor ni dejar un hueco para hacerlo en un futuro. El número 32 de la calle Agra del Orzán es el ejemplo. Todos los vecinos, sin excepción, están dispuestos a invertir una importante cantidad de dinero. Saben que tendrán subvenciones. Lo que falta es que le aprueben «el único proyecto posible. Sin que el ascensor pare frente a la cama.

Una de cada cinco familias no tiene ascensor

La ciudad se mide de puertas adentro. A Coruña dispone de algo más de 100.400 viviendas principales, de las que menos del 80 % tienen ascensor. Una de cada cinco familias depende de hasta dónde le lleguen las fuerzas, o la ayuda, para poder salir de casa y en estas comunidades el tiempo no obra a favor. Los coruñeses más añosos viven por lo general en pisos construidos antes de 1990 y, dentro de este grupo, los que tienen que subir escaleras alcanzan a una de cada cuatro familias. Son datos de la última Encuesta de Características Esenciales de la Población y las Viviendas publicada en febrero por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El fantasma del aislamiento aparece con más nitidez al prestar atención a los ingresos. En 18.825 hogares entran menos de 1.000 euros netos al mes. Muchos de los 53.943 pensionistas de la ciudad se encuentran en ese tramo, a la luz de la cuantía media de la prestación, que ronda los 1.200 euros. Y entre ellos, el 37 % de los pisos no tienen ascensor. Si se comparan con los coruñeses que disfrutan de economías más holgadas, las cifras hablan solas. Entre las 18.287 familias que ingresan más de 3.000 euros (tantas como las que no llegan a los 1.000), solo una de cada diez (24 puntos menos) tiene que subir las escaleras.

Con este horizonte, la accesibilidad plena —«cuando una persona en silla de ruedas puede acceder desde la calle hasta su vivienda sin ayuda de otra persona», define el INE— es una quimera. Cerca de 32.000 pisos, de los que más de 25.000 son anteriores a 1990, claman por una reforma incierta, si no imposible.