La policía impide que tres okupas más se instalen en el 41 de la avenida de Oza de A Coruña

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Los vecinos denuncian que el inmueble, que tiene dos de sus cinco pisos usurpados a su dueño, es un foco de criminalidad

20 jun 2023 . Actualizado a las 19:53 h.

Tres jóvenes aparecieron al mediodía de este miércoles con bultos y mochilas en el número 41 de la avenida de Oza. Les esperaban dos más, quienes con anterioridad ya se habían hecho con el primer piso. Y entre todos comenzaron a subir las maletas. Unos vecinos del barrio que se encontraban en la calle no se quedaron con los brazos cruzados. De inmediato, llamaron a la policía. Hasta cinco vehículos del 092 se presentaron frente al portal. Y varios agentes, fuertemente pertrechados, subieron a ese piso. Tras unos minutos hablando con los que allí estaban, los tres que se disponían a entrar en la vivienda se marcharon sin discutir. Los otros dos se quedaron, al demostrar a las autoridades que llevaban tiempo en el inmueble y que, sin una orden judicial, no se les podía desalojar.

No hubo incidentes. Pero sí quejas por parte de los vecinos de la zona. «Es inconcebible que no se haya podido echar a todos los okupas por el simple hecho de que unos lleven unos días en el piso», decía una mujer.

En la actualidad, ese inmueble que consta de cinco alturas tiene okupados dos pisos. El primero y el cuarto. El segundo lo estuvo, pero quienes lo usurparon lo incendiaron horas antes de que llegase una comisión judicial para proceder al desalojo. En el tercero vivía hasta hace unas semanas una mujer de 60 años. La única que pagaba el alquiler. La que durante años soportó cómo decenas de toxicómanos pasaban frente a su puerta para comprar la dosis en el cuarto, una vivienda que continúa okupada. El quinto también fue usurpado, pero los que se hicieron con él desaparecieron un día dejando todo destrozado.

Pese a que dos de las cinco viviendas del número 41 de la avenida de Oza permanecen okupadas, los vecinos, que piden una rápida solución, reconocen que antes era mucho peor. Pues todo el edificio, menos el tercero, llegó a estar en manos de dos bandas de traficantes que hacían y deshacían a su antojo. El que más sufrió y continúa sufriendo esta situación es el propietario de Casa Saqués, que durante el último decenio tuvo a «los peores» vecinos posibles.

El inmueble fue adquirido por una empresa promotora que pretende reformar todo el inmueble. Pero antes tiene que esperar a que la Justicia proceda al desalojo de los okupas. Y eso se hará piso por piso.

Cada una de las viviendas tiene su historia. En el segundo —hoy está destruido y vacío—, el inquilino original había subarrendado habitaciones. Enfermó y en diciembre del 2021 falleció en el hospital. El casero no sabía nada. Se dio cuenta cuando no le llegó el alquiler, en febrero de aquel año. No fue hasta mayo cuando se interpuso la primera demanda de reclamación de rentas. Este procedimiento no fue a ninguna parte precisamente porque el inquilino había fallecido, pero les permitió comenzar el procedimiento contra los okupas. Así que el alzamiento se señaló para el pasado 31 de enero.

Pero antes de que se procediese al desalojo, los okupas prendieron fuego. Sin importarles que en el tercero vivía una mujer mayor. El fuego no pasó de ahí, pero dejó todo hecho cenizas y las ventanas rotas. Aún hoy se pueden ver. Y los vecinos temen que algún día caiga algún trozo sobre la vía pública.