El mensaje de un okupa de A Coruña a Correos: «Abel no vive aquí. Creo que falleció»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Alberto Mahía

El hombre que usurpó una casa de Os Mallos avisa de que el dueño ya murió para que no le envíen más cartas

28 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La puerta de la calle no tiene cerradura. Un grueso candado que igual puede abrirse desde dentro como desde fuera es lo que impide la entrada a extraños en el número 20 de la calle Asturias. Solo tienen llave los tres okupas que desde hace años residen ahí. Este lunes, los vecinos de la zona se quedaron asombrados al ver lo que ponía una carta que Correos había dejado entre las rejas —como la puerta está cerrada no se puede acceder a los buzones—. El remitente era la Seguridad Social y el destinatario, el dueño del edificio. Nada raro, aparentemente. Lo que sorprendió fue el escrito a bolígrafo en el sobre dirigido al cartero. Para que no volviese a dejar correspondencia a nombre de esa persona, puso: «Abel no vive aquí. Creo que falleció».

Nadie en el barrio es capaz de confirmar si el portador de tan malas noticias está o no equivocado. Lo que sí tienen claro es que ese inmueble hace muchos años que fue okupado por un hombre mayor, hoy enfermo, que vive en el bajo. A él se sumaron dos personas más con el tiempo. «Dos son tranquilos y no tenemos quejas, pero hay uno que sí causa broncas», cuenta un residente de la calle Asturias, en Os Mallos. De hecho, la última vez que acudió la policía fue el pasado sábado por un altercado con uno de los toxicómanos que visitan a ese okupa problemático.

«De vez en cuando hay algún incidente. Los okupas no se meten con nadie de la zona. El problema son los que acuden a diario. Algunos sí que la montan. Hasta hubo robos y algunas peleas».

Pese a todo, el peligro de la calle Asturias no está en esa casa. Estaba en la de la esquina, en el número 28, que confluye con la calle Noia. Esa en la que a finales del 2021 se produjeron dos incendios intencionados en cuestión de cinco días. El inmueble estaba okupado entonces. Desde el bajo hasta el quinto. Y era un foco de conflictos, trapicheo y peleas. Dos viviendas fueron pasto de las llamas porque alguien había prendido fuego en ellas. En medio de una guerra entre bandas dedicadas al trapicheo de droga.

Aquel peligroso suceso del que nadie salió herido obligó a las autoridades a desalojarlo meses después. La propiedad tapió la puerta y las ventanas del bajo y así quedó. Cerrado y vacío pero con intentos de volverlo a okupar. Sin irmás lejos, la semana pasada tuvo que acudir la policía después de que un vecino alertase de que un hombre había utilizado una escalera para acceder al balcón del primer piso. La rápida intervención de los agentes impidió que se hiciera con el inmueble y el individuo salió sin rechistar.

En la zona dicen que no es la primera vez que hay un intento de usurpar ese edificio. Cercano a otro que sí lleva okupado años, el del número 23 de la calle Noia. Se trata de un inmueble en estado ruinoso al que los vecinos vigilan de cerca y a cuyos moradores dicen tener controlados. Hasta el año pasado, en apenas un radio de cien metros, había tres edificios okupados. Quedan dos.