Ecos de noches de fiesta en Chevalier

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Una noche se montaba un espectáculo de «sexy boys» y otra una competición de «drag-queens». Una vez la fiesta era vaquera y otra para elegir a la mejor gogó

24 mar 2023 . Actualizado a las 10:04 h.

Hay algo nostálgico en Santa Cristina. Caminas por sus calles y lo sientes. El recuerdo de que un día todo aquello fue lo más moderno que un coruñés tenía a tiro de piedra genera ese tipo de sensación. En mi cabeza, Santa Cristina son tablas de windsurf, cócteles con humo, apartamentos «en primera línea de playa» como los de Un dos tres, un golf descapotable blanco, fotos de platos combinados y, por supuesto, letreros de discotecas. Una de ellas, la legendaria Chevalier, anunciaba que se ponía a la venta ayer, después de llevar cerrada desde el año 2017. Decir que ese movimiento certifica el fin de una era es un mucho decir. Porque la era gloriosa ya hace tiempo que pasó. Aquel momento en el que en Santa Cristina la fiesta no tenía fin.

Inspirada en la figura de Maurice Chevalier, el actor francés de musicales de los años 20 y 30, en 1980 la discoteca se anunciaba en La Voz así: «Chevalier quiere enseñarte su forma distinta de vivir como nunca esos momentos de distracción y diversión que tanto sabes apreciar». Formó, junto a Brothers y Bambina, un triángulo nocturno por cuyos vértices se movió todo tipo de gente en los ochenta, noventa y primeros dosmiles. En Chevalier se hizo de todo. Un día actuaban allí Los Cardíacos y otro venía un disyóquei de la sala Barraca a pinchar bakalao. Una noche se montaba un espectáculo de sexy boys y otra una competición de drag-queens. Una vez la fiesta era vaquera y otra para elegir a la mejor gogó.

Pero, sobre todo, en Chevalier se bailó y bebió en noches que alcanzaron su clímax en la bisagra del cambio de siglo. Sí, aquellos domingos donde los jugadores del Dépor glorioso se mezclaban con la gente de hostelería, que libraba al lunes. Y muchos otros que trabajaban, pero les daba igual. Realmente, en Cheva nadie pensaba mucho en la resaca del día siguiente.