El sistema sanitario ante la evolución demográfica: ¿simple espectador o actor protagonista?

Alejandro Ávila Álvarez

A CORUÑA

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CESAR QUIAN

14 mar 2023 . Actualizado a las 10:34 h.

En el Hospital Universitario de  A Coruña finalizábamos el año 2022 celebrando un cambio de tendencia al haber superado, por primera vez desde hace 11 años, los nacimientos del año anterior. No tengo dudas de que este hecho tiene mucho que ver con el prestigio de nuestro hospital materno-infantil que, a su vez, es reflejo de la calidad de nuestra sanidad pública y del trabajo de los profesionales que la conforman. Sin embargo, no somos ciegos al entorno desfavorable que nos rodea en cuanto a la evolución de las tasas de natalidad en la población gallega. Con una tasa de natalidad en torno al 5,4 por mil y menos de 15.000 nacimientos anuales por segundo año consecutivo, ha llegado la hora de tomarnos en serio el problema. Si bien las causas del descenso del número de nacimientos son múltiples y muchas trascienden al ámbito sanitario, no podemos dejar de pensar en qué podemos hacer nosotros, como gestores y profesionales de la salud, para garantizar nuestra pervivencia como sociedad.

En un contexto bien distinto al que nos ocupa, la diseñadora Coco Chanel decía que «La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia». Pues bien, intentemos ser simples, y elegantes, en nuestros planteamientos iniciales y acertaremos. No es momento de estrategias imaginativas, por muy ampulosas que suenen, si no abordamos primero lo simple.

En primer lugar, los sistemas sanitarios deben garantizar que todas aquellas familias que deseen tener hijos tengan la posibilidad de hacerlo. Cuando, por razones diversas, esto no ocurre de manera natural, potenciar la actividad de las unidades de reproducción humana asistida se convierte en algo fundamental, necesario y urgente.

En segundo lugar, las medidas de protección de la maternidad y paternidad empiezan por cuidar el propio acto del nacimiento. Debemos garantizar los estándares de seguridad y calidad que se nos presuponen, pero a la vez debemos poner en marcha todas las estrategias necesarias para que la experiencia del nacimiento sea un acto diferencial en un centro sanitario, en el que se garantiza el respeto a su componente emocional y se agilizan los cambios necesarios.

En tercer lugar, pensemos en la oportunidad de prestar una atención pediátrica de excelencia. Las medidas de protección a la salud infantil empiezan por priorizar el adecuado control de la gestación y los recursos de las unidades de diagnóstico prenatal, y continúan con los planes de mejora de las unidades neonatales y pediátricas. Concentrar los nacimientos de mayor riesgo en unidades de referencia, garantizar la formación de subespecialistas, mejorar el transporte pediátrico y ampliar la oferta de las redes de atención temprana son estrategias alcanzables a corto plazo y con un indudable impacto.

Por último, y reconozco que quizás aquí me cuesta distinguir entre mi faceta como pediatra y la de padre de familia numerosa, toda estrategia encaminada a garantizar la conciliación de forma real y efectiva es un estímulo a la natalidad. Eliminar las trabas burocráticas, detectar a familias vulnerables, premiar a las que deciden (decidimos) tener más hijos y facilitar el acceso simple a las ayudas son solo algunos ejemplos.

Una sociedad moderna se caracteriza, entre otras cosas, por saber cuidar de su salud materno-infantil. «Primero las mujeres y los niños», dice el clásico aforismo de los naufragios… pues eso. 

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CESAR QUIAN

Texto de Alejandro Ávila Álvarez, pediatra neonatólogo y director de atención hospitalaria en el área sanitaria de A Coruña e Cee.