Adiós a otro cine en A Coruña: «La alternativa no puede ser quedarse en casa viendo productos enlatados»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los espectadores de las salas Yelmo de Los Rosales se despidieron en las últimas sesiones de la plantilla que los acompañó desde hace 26 años

27 ene 2023 . Actualizado a las 10:53 h.

Como si no hubiera encuentro posible entre la rentabilidad del negocio y el apego de los espectadores por los lugares tranquilos, el ya viejo cine de Los Rosales cerró ayer para siempre las salas que inauguró el 19 de noviembre de 1996 con El jorobado de Notre Dame en los afiches. «Es una pena muy grande, pero no conseguimos remontar la pandemia», señaló un portavoz de Yelmo, que no dio por segura la apertura de un cine en el futuro Breogán Park, a pesar de que la propia exhibidora la anunció a finales del 2022.

Los 12 trabajadores se enteraron del despido hace una semana y media, algunos después de 26 años en la empresa y 6 los que menos. «Hemos crecido juntos», lamentaban ayer muchos de los que se acercaron para comprar la entrada por última vez y despedirse del personal y del lugar. Nunca llevó tanto tiempo elegir qué beber y el tamaño del vaso de palomitas.

Montse Fernández, sanitaria de Monte Alto y aficionada al cine de terror, tenía por costumbre venir cada dos meses. Fila 7, asiento 11, pedía. «Cómodo para aparcar, gente superagradable, salas antiguas. Una lástima», resumió. Iba a ver Megan, la misma elección de Iria Patiño y Jorge García, también habituales, «por cercanía, tranquilidad y precio. La entrada cuesta 5,90 euros. En otros sitios pagas 10 euros. Mi hija celebra aquí los cumpleaños con sus amigas y el ahorro es considerable», cuenta la mujer, que relaciona el cine con cada acontecimiento de su vida desde niña. «Me lo inculcaron mis padres, cualquier cosa extraordinaria se acompañaba de cine», apuntó.

A Marcos Casal y Lucía Mosquera los movía ese deseo cuando llevaban a sus pequeñas Emma y Cloe desde su casa del Agra. «Ofrecerles la experiencia del cine», abrevia el padre, fan de Marvel. Las niñas, de 8 y 9 años, eligen Star Wars. La familia no era tan asidua a los Yelmo como Luis Gantes y Lichi Rodríguez, que viven a dos pasos y ahora que su hija era un poco más independiente disfrutaban de su sesión de cine semanal. «Nos parece muy mal», se queja Lichi y Luis asiente.

Nadie, sin embargo, elaboró la pérdida como Luzmila Sánchez, profesora y defensora del cine como «un arte que se expresa con el lenguaje del alma y por eso ofrece la ilusión que todo ser humano necesita para vivir, sobre todo en estos tiempos adversos. La vida no se puede reducir a levantarse e ir a trabajar», afirma esta cinéfila que suma a las motivaciones personales una función social. «La alternativa no puede ser quedarse en casa viendo productos enlatados de plataformas que poco a poco van encadenando a los espectadores, dirigiendo el pensamiento a donde quieren y haciéndoles creer que pueden elegir y que les gusta lo que eligen», concluye.