María Meijide invita a escribir una autobiografía en formato cuadernillo

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

A CORUÑA

Meijide ante un cuadro de la exposición «Pánico no museo», en la Fundación Granell hasta el 29 de enero.
Meijide ante un cuadro de la exposición «Pánico no museo», en la Fundación Granell hasta el 29 de enero. Paco Rodríguez

La pintora cambia el pincel por el texto en su último proyecto artístico

12 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ten unha paleta saturada, así un pouco do Bershka, porque vivimos un momento saturado». María Meijide mueve la mano sobre el enorme lienzo que recibe en el primer piso de la Fundación Granell, en el que se ve el salón de una casa. De su casa. Es como si quisiese volver a pintar el cuadro, que tiene un deje de Matisse. Quizá no haya mejor definición del fauvismo: así, un poco del Bershka.

Así, un poco del Bershka, es Pánico no museo (terror en el ultramarinos, es imposible no tararearlo), una exposición en la que Pintora Meiji —podrían encontrar en cualquier momento sus credenciales en el parabrisas: «La pintora está dotada con un don hereditario: encontrar solución a todo tipo de problemas de arte: bodegón, paisaje, arte abstracto, paisaje interior, retrato con amor»— habla de lo que la rodea para, en realidad (quizá haya que decir en surrealidad, porque se trata de un museo surrealista; quizá Dalí también sea un poco del Bershka), hablar de sí misma.

Lo hace con una poderosa voz, una herramienta potente, la de la pintura, que ahora, como en uno de esos taladros que a la vez son destornilladores y a veces también lijan, ha cambiado por el texto.

—Así que intrusionismo.

—Tiña gana de darlle outros formatos a esa voz.

De las clases de escritura creativa con Carlos Cartoné en A Unitaria nació su Autobiografía cuantificada, un ejercicio artístico que invita a la introspección colectiva. Algo así como un cuaderno Rubio, un workbook pero sin listenings. Como una compilación de listas. Un poco curso de CCC (puede que la referencia actual sea Domestika, pero los años pasan para todo el mundo) con el material incluido y con Pintora Meiji como tutora del proceso.

Llovía a mares, pero a lo mejor, asomándose a la ventana y guiñando los ojos, se puede divisar desde el compostelano pazo de Bendaña el sofá amarillo chillón sobre el que un amigo creyó ver un ornitorrinco azul. Era un jersey, pero la confusión da título al cuadro del que hay una, dos, hasta tres variaciones en la exposición, compuesta de obras pintadas en uno y otro extremo de la plaza: el estudio, la casa, y también el museo. Son difíciles de distinguir, creando un juego de espejos semejante al que sirve de armazón de su Autobiografía cuantificada: Pintora Meiji cuenta su vida, y también la cuentas tú. «Mólame un pouco a matemática da linguaxe, tamén me gusta na pintura, esas trabas que te pos», con esa vertiente lúdica a lo Georges Perec. «Quería que a xente puidese usalo». Así que con Tulipa Editorial concluyó que lo mejor era un cuaderno de caligrafía.

«Teño certo resquemor con respecto ás grandes ideas, os grandes dramas, os grandes relatos». Hablar de lo cotidiano acerca a las personas, «porque todos o temos». Por eso una autobiografía. Por eso en la página par María Meijide habla de cuánta gente se ha enamorado y en la impar, hay un hueco para el ejercicio propio de introspección: Tengo 38 años. Un piso en alquiler, 483 libros. Ahora tú.

En realidad, es como habitualmente se habla de la vida propia: los grandes relatos están demasiado pulidos, bruñidos en un exceso falsario. «Son moi construídos». La realidad es prosaica: me he enamorado seis veces, cuatro mal. He vivido en tres casas. Mi coche es prestado. Mi manta favorita parece un Mondrian.

El proyecto a punto estuvo de ser un Google Forms, porque quien quiera puede enviar sus textos para crear una enorme autobiografía colectiva, que cristalizará en algo todavía por escribir (o pintar).