Vender en un bajo de 1635 en A Coruña: «Hay que ser un romántico legionario»

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Un anticuario regenta el local ubicado en la casa en uso más antigua de la ciudad

01 dic 2022 . Actualizado a las 11:15 h.

A diferencia de lo que sucede en el Reino Unido, país que Juan Olives Orrit conoce muy bien por su trabajo, encontrarnos aquí con casas o negocios que sumen siglos de vida es una rareza. Más incluso que algunas de las piezas que vende este anticuario. Su tienda especializada en pintura gallega y en loza del primer Sargadelos, el del siglo XIX, habita en la que está considerada la casa en uso más antigua de A Coruña.

Como no podía ser de otra forma, el edificio en cuestión está en la Ciudad Vieja. Es el número seis de la calle Damas. En el Plan Especial de Protección y Reforma Interior Ciudad Vieja-Pescadería (Pepri), su ficha se retrotrae hasta 1635, el año que consta como el de su construcción, aunque es posible que la casa de piedra sea todavía más antigua, de 1217.

Documentado en el libro Arquitecturas de la ciudad de La Coruña, de Ángel Padín, se llegó a decir que en este inmueble vivieron las infantas doña Sancha y doña Dulce. Lo que podemos saber a ciencia cierta es que hace cerca de cinco siglos aquí hubo al menos una reforma.

Reformado hace 15 años

Más presente, y polémica, fue la rehabilitación efectuada hace unos 15 años, cuando a la casa original se le añadieron una altura y un bajo cubierta, como permitía el Pepri de 1999. Fue con esa obra cuando se puso a la venta el dúplex añadido. Una vivienda que se comercializó al menos por 330.000 euros. La casa, que fue dotada con un ascensor, ya tenía habitadas las dos plantas intermedias y también faltaba por ocupar el bajo comercial reformado, que compró Juan Olives.

«Entonces, cuando lo compré, no sabía que era la casa en uso más antigua», comenta el anticuario. También abogado y economista, su gusto por lo añejo lo animó a hacerse con el establecimiento de unos 20 metros de largo y un ancho medio de cuatro metros, algo menos en la boca de la entrada, sobre unos tres metros, y al fondo, donde está la cocina de piedra de cantería, que se conserva, de unos cinco metros.

«En la cocina también está el pozo de piedra, una preciosidad, que todavía da agua», comenta Juan. Sobre su aventura con esta compra, dice sonriendo: «Hay que ser un romántico legionario, sí, o los últimos de Filipinas».

Con lo que no contaba cuando se mudó a la Ciudad Vieja fue con el decaimiento que experimento la zona amurallada. «Si no soy el único, soy de los últimos anticuarios que quedan», comenta. Internet, por encima, «ha bajado los precios y deslocalizado todo», añade.

Su gancho son las piezas de las que lleva más de 20 años haciendo acopio. Fuentes, legumbreras, soperas o aguamaniles, «una hermosura», surgidos en la fábrica de Cervo hace más de 160 años. «Cuando el marqués, no marqués de Sargadelos copiaba la cerámica inglesa de Doulton Burslem», explica. ¿Sus precios? A partir de los mil euros, «depende del color, la serie o si están restauradas».

Entre sus piezas más preciadas, una crátera del duque de Marlborough, pero también loza de la serie Góndola o de la de Cuba. Tiene algún mueble, como una imponente vitrina modernista de caoba, y pinturas de María Corredoira, Prieto Nespereira, Villar Chao o Seijo Rubio. Un conjunto armónico con el espacio que habitan. «No sé que haré en el futuro, si vender e irme al Orzán, donde hay más movimiento. Por ahora, continuamos aquí», apunta Olives.