El Chicle se defiende: «Se puede demostrar que hay gente que ha mentido. Que mi cuñada mantuvo relación conmigo tras denunciarme»

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA

El Chicle, durante la primera de las tres sesiones de juicio en la Audiencia Provincial de A Coruña
El Chicle, durante la primera de las tres sesiones de juicio en la Audiencia Provincial de A Coruña César Quian

Visto para sentencia el juicio contra José Enrique Abuín por el que las acusaciones piden 15 años de cárcel por la violación de la hermana de su exmujer en el 2005

24 nov 2022 . Actualizado a las 14:51 h.

El juicio a José Enrique Abuín, el Chicle, por la presunta violación de su cuñada cuando todavía era menor de edad en enero del 2005 concluyó este jueves en la Audiencia Provincial de A Coruña y el acusado hizo uso de la última palabra. Lo hizo para decir: «Se puede demostrar que hay gente que ha mentido. Que mi cuñada manutuvo relación conmigo tras denunciarme. Solo con mirar las redes sociales se comprueba». Dicho esto, el juicio quedó visto para sentencia.

Su defensa pidió la libre absolución de su cliente por falta de pruebas e incongruencias en la versión de la víctima. Argumentó que no hay un solo indició «sólido». Que ni apareció el preservativo que la denunciante dijo que el Chicle tiró por la ventanilla después de violarla, ni marcas de rodaduras en la zona donde dijo que había ocurrido la agresión. Aparte de que tras la denuncia, Vanessa Rodríguez continuó teniendo relación con el acusado. Las acusaciones, por su parte, solicitaron que Abuín sea condenado a 15 años de cárcel porque quedó más que probado que tanto él como su familia tejieron una manta de coartadas que lo cubriese para situarlo lejos del lugar a la hora en la que se produjo, supuestamente, la violación. También se valieron del informe psicológico del Imelga, que da credibilidad a la víctima.

José Enrique Abuín Gey se presentó a este juicio como en los anteriores. Con ganas de hablar. Lo hizo al final y también al principio. Este el martes, nada más entrar en la sala, pidió al magistrado que fuese tratado como José Enrique Abuín y no como el Chicle. Quería convencer al tribunal de que comparecía un hombre inmaculado perseguido por su apodo. Invitó a su señoría a olvidarse de que cumple condena en el penal de León por asesinar y violar a Diana Quer y haberlo intentado con una joven en Boiro.

Tres jornadas después, el juicio quedó visto para sentencia. En unos días sabrá Abuín si a la pena permanente revisable, más los 5 años por el ataque a la otra chica, tendrá o no que sumar ahora lo que los jueces dispongan. Él tiene hoy 45 años.

Este vecino de Asados (Rianxo) se sentó esta semana en el banquillo porque su cuñada lo acusó de haberla violado en un paraje inhóspito de Lousame el 17 de enero del 2005. Pero sobre todo, porque para que este juicio se celebrara, hubo antes que pasar por dos tragedias. El intento de secuestro en Boiro el 25 de diciembre del 2017 y la detención del Chicle a los pocos días no solo por eso, sino también por el asesinato y violación de Diana Quer el 22 de agosto del 2016. Capturado por ello, la Guardia Civil pensó que si lo hizo dos veces, pudiera ser que lo hiciera alguna más. Los investigadores se encontraron con una denuncia archivada en en el 2005, que llevó al Chicle a un penal durante cuatro meses, en la que su cuñada lo acusaba de violación. Tiraron del hilo y resolvieron que el caso no estaba aún resuelto, que pudiera ser que se cerrase en falso. Hablaron con compañeros, familiares y vecinos y sospecharon de que las declaraciones que prestaron en el 2005 y las de ahora no todas casaban. Además, la jueza de Noia encargó en el 2018 a psicólogos del Imelga que no solo volviesen a entrevistarse con la denunciante para elaborar un informe, sino que emitiesen una valoración sobre el dictamen psicológico de dos profesores de la USC en el 2005 en el que al Chicle le daban más credibilidad que a su cuñada Vanessa Rodríguez. Lo que finalmente derivaría en el archivo del caso y la excarcelación del Chicle.

El Imelga se pronunció, y tal y como declararon este martes las peritos, aparte de sustentar la versión de Vanessa, —«presenta una sintomatología propia de una víctima»—, criticaron con dureza aquel informe del 2005 por incompleto y errado. Los profesores de psicología de la UDC aludidos reconocieron esta mañana que pese a que el informe estaba bien hecho, «los métodos de entonces no eran tan completos como ahora». Además, lamentaron que cuando le transmitieron al juzgado que era necesario una ampliación del estudio del investigado y de la víctima, no obtuvieron respuesta.

Y así fue cómo se llegó hasta aquí. Las acusaciones elevaron sus conclusiones a definitivas. Su abogada destacó que esta causa se reabrió «por referencia al caso Diana Quer con pruebas totalmente nuevas». Y esto fue así «porque en el juzgado no es el José Enrique del 2005, sino El Chicle del caso Quer».

En cambio, la Fiscalía ha mantenido su petición de quince años de cárcel por un supuesto delito de agresión sexual junto con una indemnización de 30.000 euros, pues ha asegurado que el relato de la víctima es totalmente coherente mientras que el del procesado, en su opinión, tiene muchos elementos inventados. «El diseño de la denuncia es imposible, la denuncia es verdadera y la violación ocurrió», afirmó. recordó que el marco temporal de los hechos coincide de forma precisa con el lapso de tiempo entre que el acusado dejó a su mujer en el trabajo y él llegó, con retraso, al suyo, con dos llamadas de él a la víctima en el transcurso de ese período.

La acusación particular, ejercida por Jacobo del Río, elevó la petición de indemnización a 50.000 euros porque, según ha dicho, todavía tiene consecuencias psicológicas tras «17 años esperando justicia». Este letrado, al término de la vista, aseguró que en el juicio «ha salido a la luz la verdad», por lo que espera una sentencia condenatoria mientras su representada, la víctima, sigue «afectada».

La víctima manifestó el martes que aquel día la llevó en el coche a un lugar apartado, donde cerró las puertas, le cogió el móvil y sacó un cuchillo con el que la amenazó, antes de violarla «cuchillo en mano» y decirle que lo hacía «por chivata». «Ella me había acusado de cosas que no habían pasado», dijo Abuín sobre una conversación con su mujer en la que le preguntó si se había «propasado». «Le dije que no quería que ella estuviese más en nuestra casa», agregó. Una de las hermanas de la víctima aseguró que ella fue encubridora del procesado en el caso Diana Quer, pero a esta violación le da credibilidad. Un compañero de trabajo del procesado declaró que ese día él había llegado tarde a trabajar, otro testigo dice que lo vio pasar a alta velocidad y la Guardia Civil lo señaló como gran conocedor de las carreteras de la zona.