Oliva García Trasancos: «Cuando recuerdo el accidente del Alvia aún se me llenan los ojos de lágrimas»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Después de 25 años de compromiso desde Bergondo, ha recibido la Medalla de Plata al Mérito de Protección Civil

13 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Oliva García Trasancos (Ribadeo, 1971) no entiende de egoísmo ni de trincheras. Esta mujer ha dedicado su vida a los demás con apabullante generosidad. Con razón acaba de recibir la Medalla al Mérito de Protección Civil.

—Enhorabuena. ¿Cómo se siente tras este reconocimiento?

—Feliz, pero abrumada. Me gusta más estar del otro lado, siendo yo la que felicite a los compañeros. No soy nadie sin mi equipo.

—Mar Egeo, incendios del 2006, el Alvia, volcán de la Palma... Su hoja de servicio es intachable.

—Pues no quería que presentaran mi candidatura. Está claro que las felicitaciones agradan, sobre todo después de tanto tiempo en esto, pero no me gusta ser el centro de atención.

—Cada vez que hace falta, ahí está. Eso salió en su discurso.

—Comenté las veces que me ha pasado por ejemplo estar en una boda y tener que irme porque ha pasado algo grave. O cuando le tienes que decir a tus amigos que no puedes ir a la cena organizada porque hay una persona desaparecida en mi ayuntamiento. Para los que llevamos mucho tiempo, esto es una forma de vida.

—¿Por qué ahora cuesta encontrar ese nivel de implicación?

—Porque es complicado trasladarle a la juventud que regale su tiempo libre a cambio de que alguien te diga solo un gracias.

—Y cuando te lo agradecen, que a veces ni eso, ¿no?

—Por eso digo, que cuesta hacerle ver a jóvenes veinteañeros que esto realmente es gratificante y que somos necesarios.

—¿Cuándo le picó a usted el gusanillo de la generosidad civil?

—Acababa de ser madre. Mi marido entró en la agrupación de Bergondo, tenía amigos que lo hacían en A Coruña y me pareció bien proponerme ayudar yo también. La primera vez que actué fue por unas inundaciones enormes que hubo en Bergondo. Y esa fue la primera vez que dejé a mi hijo solo, a cargo de mis padres, siendo tan pequeñito.

—Antes de eso ya fue voluntaria con el accidente del Mar Egeo.

—Sí, porque en aquella época yo estaba haciendo una formación de medio ambiente en Oleiros y nos coincidió aquel desastre. Colaboramos en poner barreras, controlamos el mercurio en los peces, etcétera. Recuerdo que tenía unas vacaciones programadas y se fueron a freír espárragos [ríe] porque en ese momento hacía falta toda la ayuda posible.

—Usted siempre igual, Oliva.

—Y encima con la preocupación de que no sabía dónde estaban mis padres. Pero cuando pasan este tipo de cosas ayudar es lo primero y se acabó. A cualquier ciudadano que le pidas ayuda, te va a decir que sí. Se demostró con el tema del covid. La sociedad se volcó. Y con la guerra de Ucrania, igual. La solidaridad la llevamos todas las personas de serie. Solo falta que salte la chispa.

—Pasó con el Prestige, que tanto recordamos hoy, y con el Alvia.

—Ahí también fuimos. Ese día íbamos a colaborar en los fuegos del Apóstol. Estábamos a punto de salir para Santiago cuando saltó la alerta del accidente ferroviario. Cuando recuerdo aquello aún se me llenan los ojos de lágrimas. Y eso que soy una persona fuerte y nos preparan para ese tipo de situaciones. Pero hay determinadas imágenes de ese día que no olvidaré en la vida.

—¿Cuál le marcó más?

—El Alvia, sin duda. También la erupción del volcán de La Palma. Estuve allí tres días, ayudando y viendo qué necesitaban. Fuimos a un colegio a llevar unas chuches que nos habían donado y reconozco que me vine abajo. Esos niños lo habían perdido todo y nos recibieron como a Papa Noel.

Comprometida: No solo lleva 25 años volcada en ayudar a los demás a través de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de Bergondo, sino que Oliva García Trasancos también es la presidenta de la Asociación contra el cáncer de esta localidad.

«¿Anécdotas? Una vaquilla acabó en un club de alterne y un burro apareció en Nochebuena»

La dedicación de Oliva García Trasancos en Protección Civil acumula varias medallas y reconocimientos en sus 25 años de trayectoria. Es la voluntaria total.

—Tendrá miles de anécdotas.

—Una vaquilla se escapó de un camión y acabó en un club de alterne. ¡Y una Nochebuena apareció un borriquillo de la nada!

—Se habría escapado del portal de Belén. ¿Cómo empezó usted?

—Como voluntaria. Al poco tiempo me hice cargo de la secretaría de la agrupación de Bergondo. Una cosa llevó a la otra y hoy soy la secretaria a nivel nacional y provincial.

—Todo altruistamente, claro.

—Correcto, pero es satisfactorio.

—¿Cómo es su día a día?

—Me ocupo de las necesidades que puedan tener las distintas agrupaciones. También hacemos mucha formación, valoramos cambios de normativas, etcétera.

—¿Todas las comunidades tienen los mismos problemas?

—Difieren. Galicia sentó un precedente en esta materia con la apuesta por el voluntariado de Protección Civil. Desde el año 2015 la Xunta está entregando material a las agrupaciones y ahora el resto de las comunidades también lo están haciendo.

—¿Somos un referente fuera?

—Nos piden asesoramiento a menudo. A nivel de formación y materiales estamos en el top. En coordinación, hay cosas que arreglar y actualizar.

—¿Cómo ha sido la evolución?

—En estos treinta años las agrupaciones han tenido momentos álgidos con muchos voluntarios. Con la pandemia hubo un repunte, pero ahora volvimos a bajar. Y antes no había servicios de emergencia remunerados y nosotros suplíamos esa función. Pero solo deberíamos asumir prevención, pruebas deportivas, conciertos o grandes acumulaciones de gente.