La cola a las tres de la tarde sobrepasaba de largo el Copacabana. Decenas y decenas de adolescentes deseaban formar parte de aquello
11 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.En el mundo de Netflix, el covid-19 y las tablets, cualquier niño de 10 años seguramente habrá visto más filmes que una persona de 45 nacida en la era analógica. Por ello, la excepcionalidad de asistir a un estreno cinematográfico hoy nada tiene que ver con la de unos chavales coruñeses de los ochenta. Aquel, además, venía precedido por una campaña de publicidad tremenda. Era el Batman de Tim Burton, modernizando al Batman pop («¡Santos morcegos!») que veíamos en la TVG. Corría 1989. En España el estreno tocaba el 29 septiembre. Y en A Coruña el acontecimiento tenía lugar en el Teatro Colón. Llámenle pertenecer al rebaño, llámenle dejarse llevar, pero había que estar allí, en la primera sesión, la de las cuatro. Fuimos en masa. Obviamente, no había venta online. La cola a las tres de la tarde sobrepasaba de largo el Copacabana. Decenas y decenas de adolescentes deseaban formar parte de aquello.
Cuando abrieron las puertas se creó tal explosión que los porteros fueron incapaces de contener el huracán que venía. Recuerdo como uno cayó al suelo delante de mí, mientras la chavalada entraba como una manada de ñus para tomar asiento. Dentro, empezaron a patear en el suelo. Alguno sacó un pitillo. Los acomodadores los señalaban con linternas, expulsándolos. Cuando arrancó la cinta se dobló el griterío. Aquellos filmes se contemplaban como partidos de fútbol. Ovaciones a Batman. Y súper ovaciones a Kim Basinger. Todo ante la oscuridad de una película que, con tanta excitación y algarabía, costaba entender. Lo cierto es que la mayoría no nos enteramos de nada. Tal concentración de hormonas revolucionadas lo impidieron. Eso sí, muchos fueron después a la fiesta Batman que a continuación se celebraba en C'assely.