Descubriendo el resto de un dolmen que une dos parroquias de Oza-Cesuras

cristóbal ramírez

A CORUÑA

Cristóbal Ramírez

La incógnita es por qué se decidió levantar una iglesia parroquial en un lugar tan a desmano

05 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta difícil entender, con la mentalidad actual, cómo los humildes vecinos, labradores sin grandes posibilidades económicas, decidieron levantar la capilla de San Xoán de Coto en lo alto de un monte de lo que hoy es el concello de Oza-Cesuras. Porque tal cosa sucedió en 1793, o al menos ese es el año en que se remataron las obras.

Historias de templos

¿Existía allí un castro, entorno pagano donde los haya, que procedía cristianizar porque el párroco advertía de que no hacerlo podría traer grandes males en la otra vida? Es posible, ya que al otro lado de esa montaña vieja y alomada que figura en los mapas como monte de San Xoán y que acoge el templo fue levantado otro mayor.

Pero que esa cumbre era territorio pagano queda claro cuando entre un árbol y la capilla aparece un marco. De poca altura, cierto. Incluso puede desilusionar, pero la tradición dice que, además de separar dos parroquias, en su día formó parte de un dolmen de reducidas dimensiones, monumento que se conoce con el nombre de cista. Así que hay que irse un mínimo de 5.000 años atrás.

El edificio fue levantado a 397 metros sobre el nivel del mar y derrocha sencillez, de una sola nave en aceptable estado y sin ornamentación alguna, ornamentación que sí tiene el crucero que recibe al visitante y que todo indica que se trata de una obra tan posterior que se fecha en el siglo XX. Un moderno palco de música cerrado con bloques de cemento pone una nota discordante, pero sirve para recordar que allí se reunían festivamente los vecinos, muestra de una Galicia rural que fue y ya no es.

Esa nota discordante queda borrada de la mente humana cuando en los días normales, claros como hay decenas a lo largo del año, se contempla la ciudad de A Coruña allá al fondo, casi a los pies, con la torre de Hércules destacando con nitidez. Un paisaje excepcional que no consiguen entristecer los numerosos eucaliptos que hay alrededor. A la iglesia de Santo Estevo de Loureda se llega rodeando ese monte. Se halla en un nivel muy inferior, y desde luego descender a la brava no es una buena idea si no se tiene una cierta experiencia. Para los atrevidos, que cojan desde ese mirador natural un pequeño sendero que conduce al bosque que tienen enfrente, y llegando a él lo bordean dejándolo a la derecha. Así se gana el asfalto, ya muy cerca de Santo Estevo.

Es esta una iglesia que con unos pocos cuidados en el tejado y en las descoloridas paredes daría una impresión mucho mejor que la que da. Mayor en tamaño y volumen que San Xoán do Coto, sí tiene con él una similitud, pero no morfológica. Porque al estar allí vuelve a la mente la pregunta: ¿por qué se decidió levantar una parroquial en un lugar tan a desmano?

SAN XOÁN DO COTO 43º 09’ 57’’N 8º 15’ 50’’W

SANTO ESTEVO 43º 09’ 47’’N 8º 16’ 37’’W

LA FOTO MÁS PERSONAL  Ante el marco

MAPA RECOMENDADO  Instituto Geográfico Nacional. 70-II