El jardín de San Carlos reabre en A Coruña convertido en botánico y sin rastro de grafiosis

m. CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Tres olmos resistentes al hongo ocuparán a final de año el lugar de los ejemplares talados

31 dic 2022 . Actualizado a las 17:58 h.

Ha vuelto el sonido de las pisadas al jardín de San Carlos de A Coruña. A las 12.31 horas de este miércoles de Difuntos, el espacio romántico creado en 1834 en torno a la tumba del general de la guerra de Independencia sir John Moore recibió a los primeros vecinos reordenado ya con el trazado original que motivó el cierre por reforma el pasado enero. Han sido diez meses cruciales para la historia del jardín, que vio llegar en primavera lo que siempre se temió, la plaga de la grafiosis responsable de la desaparición, una tras otra, de las grandes olmedas europeas y que había convertido el conjunto coruñés en el último superviviente del continente.

Se perdieron tres olmos próximos al mirador, talados por el pie en una nefasta semana de junio y sellados a continuación para evitar la propagación del hongo y de los insectos escolítidos que lo transportaron. A lo largo del verano técnicos de Arce, la empresa concesionaria del mantenimiento de los jardines históricos, hicieron un seguimiento del estado de las copas y tomaron muestras para descartar en el laboratorio que otros ejemplares estuvieran afectados. Y en el imponente claro que dejaron las talas en la zona del mirador, «cando baixen as temperaturas, a finais de decembro ou principios de xaneiro plantaranse agora tres olmos resistentes á enfermidade», según señaló en la inauguración la alcaldesa, Inés Rey, que condicionó el porte de los nuevos ejemplares al impacto en el sistema radicular, que se extiende por todo el jardín. También está pendiente de autorización la especie y variedad que se elegirá para ocupar el lugar de los tres Ulmus x hollandica Mill. desaparecidos. 

Trabajos a mano

San Carlos recupera los ocho parterres, reinterpretados ahora como un jardín botánico en el que cada segmento, delimitado por un seto de tejo, está dedicado a una zona del mundo, de acuerdo con el proyecto del ingeniero Pedro Calaza. «A meirande parte dos traballos foron feitos de xeito manual, nin tan sequera se introduciu terra traída doutras partes para evitar calquera tipo de alteración biolóxica ou botánica», detalló la alcaldesa, satisfecha con el resultado de la intervención, «integral pero mínima», y financiada con fondos europeos en el marco de la estrategia Eidus por importe de 250.000 euros.

«Melloráronse a composición botánica e os volumes dentro dos parterres, fíxose unha limpeza manual das zonas compactadas e no pavimento optouse por unha planta flexible para favorecer a permeabilidade», apuntó Inés Rey, que aludió al equipo multidisciplinar que llevó adelante la reforma, arquitectos, ingenieros, arqueólogos y especialistas en árboles, con el fin último, dijo, de conservar el frágil equilibrio del jardín.

San Carlos, que estrena bancos Benito, rescata también el esplendor de las lanzas de forja que jalonan el perímetro de los parterres, diseñadas en 1864 por el arquitecto municipal, Juan de Ciórraga. Un concienzudo estudio histórico de la policromía decidió el tratamiento —dorado en las puntas de flecha y negro en los fustes— que se aplicó a las piezas. Y más allá de la recuperación, el jardín incorpora una escultura en bronce y a escala natural (aunque no lo parezca) de su creador, el brigadier Francisco de Mazarredo, obra de José Manuel González Abuín.

El valor del segundo jardín más antiguo de la ciudad (el de Capitanía, el primero, sigue cerrado a las visitas) tuvo ayer la mejor expresión en los rostros de los vecinos que pasaban por delante en el instante en que se abrieron las puertas y se apresuraron a subir los tres escalones con sorpresa e ilusión evidentes. «A xoia dos espazos verdes da cidade», resumió la alcaldesa, que se crio en la olmeda. «Hoxe ábrense as portas da memoria de moitos que tivemos a sorte de pasar parte da nosa infancia aquí. E agardemos que Lady Stanhope atope tamén o camiño para seguir vindo cada noite a visitar a tumba de sir John Moore», concluyó la alcaldesa en un guiño al fantasma de la arqueóloga inglesa y prometida del general que, según la leyenda, merodea por el jardín cada 16 de enero, fecha de la muerte, en la batalla de Elviña, del héroe romántico celebrado en Galicia y en Inglaterra, mar por medio.