Beatriz Hervella, meteoróloga: «No pensemos en una gran ola que nos vaya a destruir, el riesgo en A Coruña es otro»

A CORUÑA

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MARCOS MÍGUEZ

La portavoz de la Aemet pronostica un otoño más seco y caluroso de lo normal, «no son buenas noticias»

31 oct 2022 . Actualizado a las 18:46 h.

Octubre es un mes de pronósticos muy binarios, cuenta Beatriz Hervella (Ourense, 1976). De ríos atmosféricos a períodos de sequía. Física teórica formada en la USC, su gusto por reconocer patrones la llevó a la meteorología. «Me pareció más tangible», recuerda. Un día, cuando estaba en Meteogalicia, la tele llamó a su puerta. Fue así como el azar la llevó a convertirse en un rostro popular para los gallegos. Ahora, se estrena como portavoz de la Agencia Nacional de Meteorología (Aemet), un puesto que puede realizar desde A Coruña gracias al teletrabajo.

Regresando a la bipolaridad del mes que despedimos, ella arriesgó y se casó un primero de octubre. «Estaba tan nerviosa que le pedí a mis compañeros que me mirasen el tiempo», confiesa. Y acertó. No llovió en su boda.

-¿Lo primero que hace al abrir la ventana es... ver el cielo?

-Solo si ese día hice un pronóstico muy específico. Después, lo miro, sí, pero no con ansia profesional, solo porque es bonito en sí mismo.

-¿Todos los días le preguntan por el tiempo?

-Tres o cuatro veces al día, sí [sonríe]. Y por el tiempo que va a hacer en todo el mundo. Si unos conocidos se van de vacaciones a Japón, me preguntan por Japón. Más que la cantidad, lo que me abruma es la calidad de las consultas. Cuando me dicen, «dime por favor una playa sin niebla en Galicia, que es mi único día libre».

-¿El pronóstico más difícil?

-Recuerdo el del Klaus. Me llamaron de la Consellería de Educación para ver si había que abrir o no los colegios.

-¿Y qué pasó?

-Ese lunes no hubo clases.

-¿Por qué A Coruña, y toda Galicia, son tan singulares meteorológicamente hablando?

-Galicia es como la piedra de toque. Quizás era más importante antes, cuando no había tantas observaciones del Atlántico y llegaban a tierra esos agentes desestabilizadores como las borrascas. Todo el mundo estaba esperando a ver lo que sucedía aquí. Éramos el tráiler de lo que te podías encontrar hacia el este.

-Suena muy cinematográfico...

-Sí, y, además, tenemos una topografía muy marcada, un relieve muy significativo, con muchas diferencias de altura a poca distancia. Esto favorece lo que vulgarmente llamamos microclimas. Cuando en la universidad trabajaba con modelos meteorológicos, en Estados Unidos, un país con grandes llanuras donde hay muchos tornados, no daban crédito. «¿En serio vivís en un terreno con tantos relieves?», me decían.

-¿Qué es lo que más le angustia del calentamiento global?

-Lo que más me preocupa es si somos capaces de adaptarnos. No nos mata el cambio climático en sí, sino el vertiginoso ritmo del cambio, su agresividad. No nos da tiempo a adaptarnos. Un ejemplo: el tipo de suelo que tenemos no está preparado para lluvias torrenciales y períodos de sequía extensos.

-¿Por qué habría que tomarlo más en serio en A Coruña?

-El mar tiene la parte positiva de que, a nivel térmico, contiene las temperaturas. Pero, un centímetro de subida del nivel del mar es un metro de costa perdido. La ciudad no solo está construida hacia arriba, también lo está hacia abajo. 

-Los amagos de tubas de manga marina, como la que fotografió en A Coruña en septiembre, ¿van a dejar de ser algo excepcional?

-Los registros nos dicen que no están aumentando las mangas marinas en España, pero sí la frecuencia de otros fenómenos extremos, como los períodos de sequías y las lluvias más torrenciales. El riesgo no es un megaevento que nos vaya a destruir. El riesgo es otro. No tenemos que pensar en una gran ola, sino en eventos rápidos y muy intensos que van a presionar, uno detrás de otro. Los efectos del cambio climático ya se notan en variables como la subida de las temperaturas, que desencadenan un montón de cosas, como la afectación a la salud, y ponen a prueba nuestra capacidad de supervivencia como especie. Además, es en el interior de Galicia, y no en la costa, donde más notamos los efectos.. 

-¿Un pronóstico del otoño?

-Las previsiones estacionales dicen que, en general, el otoño e incluso el invierno pueden ser un poco más calurosos y secos de lo normal, con episodios de borrascas intensas y puntuales, coherentes con situaciones de bloqueo, frentes que no terminan de circular cerca de nosotros y se van por el sur o el norte de Galicia. No son buenas noticias.

«Por supuesto volvería a la tele, pero no para dar la meteo al uso, con un mapa»

El tiempo es el gran tema, de cuántas situaciones incómodas nos ha salvado. «A la gente le gusta», reconoce la física Beatriz Hervella. El acceso a las nuevas tecnologías ha multiplicado la cifra de aficionados, cada vez más cualificados. «Ha sido una evolución natural, el usuario que ve el tiempo ahora no es el mismo que hace 15 años. Te pide más», destaca la portavoz de la Aemet.

-¿Cuál es la función de una portavoz de la Aemet?

-Representas a la agencia comunicando lo que esta quiere hacer llegar a la sociedad para que esa información se transforme en conocimiento. Hablamos de avisos por situaciones extremas, impactos asociados, del cambio climático.

-¿Por qué es tan importante tener registros del tiempo, de las lluvias, de los días sin ella?

-Para las predicciones y proyecciones estacionales o de cambio climático. Necesitas conocer el pasado para entender el presente y conocer el futuro. También en la meteo.

-¿Somos un oasis en la Península?

-Para los que vienen de fuera, sí. Para alguien de Sevilla, las temperaturas de aquí, incluso las del interior de Galicia en verano, le van a venir bien. Para los que vivimos aquí no se percibe de esa forma. Te adaptas a las condiciones a las que vives. Para el futuro, van a interesar mucho las zonas con poca oscilación térmica, la Mariña sería ideal.

-De Galicia salió una nutrida cantera de presentadores. ¿Volvería a ser mujer del tiempo?

-Sí volvería a la tele, por supuesto. Es un altavoz increíble para llegar a la gente. Al otro lado de la pantalla tenías un interlocutor muy receptivo. Era una oportunidad para comunicar y enseñar. Te acababas convirtiendo en alguien muy cercano. Pero no volvería para dar el tiempo al uso, con un mapa. Me gustaría hablar sobre el cambio climático a los niños.